Viejo sabio que tus cuentos me leías, vastas lejanías de aquellos verdes prados, escondido entre montañas que abrigaban a tus hijos, entre cantos y susurros de los cuatro elementos.
Cada noche que a oscuras esta tierra nos dejaba, era tu brillante llama lo que nos traía el día, pequeña sinfonía de instrumentos y cantos, que siguen resonando en esta lejanía.
En estas grises carpas que protegen de la lluvia, no encuentro razón alguna para irme a otro lado, de la tierra me hice parte, del viento, del agua, de este fuego que me atrapa y me aleja de la muerte.
Tus largas cabelleras, de oro blanco por los años, en tu brazo siempre hallo el recinto hacia tú alma, la mía conectada contigo como un niño, ya que desde que nací, para ti yo he servido.
Seré tu mensajero, tu voz y tus oídos, yo viajo por los cielos y llego a mi destino, viajero espiritual de tus grandes deseos, del mundo inmaterial donde tú eres mi dueño.
De lejos la distancia parece tan pequeña, aun estando cerca no te siento aquí conmigo, revuelo sobre el nido de tu vida y de tu ausencia, no entiendo porque, justo ahora has dormido.
Me has enviado lejos, como para no hallarme, me fui a ninguna parte sin tener un rumbo fijo, jugaste a engañarme sabiendo que iría, por noches y por días sin yo jamás cansarme.
Ahora ya de vuelta, tu cuerpo endurecido, el calor y tu brazo que ya no me presta abrigo, no sé porque te has ido y me dejaste aquí tan solo.
Ahora solo vuelo con mirada al horizonte, buscando quien me tienda su mano malherida, si bien no estás aquí, tampoco mi refugio, iré de vuelta a ti, cuando escape de este mundo.
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Laberintos
PoetryCaminando entre las sombras de mis miedos y fracasos, es en tu regazo donde al fin yo me consigo.