Y ahora que sostengo en mis manos tus palabras.
Deslizan en el llanto lo que grita ya mi alma.
Observo, como un niño tu silueta, desvaneces a la vista y mi vida se congela.
Brotando de las grietas de un corazón herido.
Se oyen los latidos que anuncian mi destino.
Ya sin ti no tengo llanto, ya no encuentro mi camino, ya no siento que mi vida tenga algún significado, más de lo que has dado te has llevado ahora contigo, mi refugio y mi abrigo que encontraba con tus manos.
Recuerdo tus caricias y tu risa iluminada, tu tranquila y calmada manera de dar vida, de alumbrar mis pesadillas en un mundo desolado.
Aun mantengo siempre vivo el sonido de tus pasos, tu voz que quita el llanto de mis apenados ojos, unos ojos que adolecen por yo verme ahora solo.
Esa mirada sutil, que siempre hacia sentir, lo que yo era para ti sin decir una palabra, mi vida no merece tal recompensa ganada, y es ahora que comprendo, que sin ti ya no soy nada.
Pensé días y noches, pensé mucho en tus palabras, tantos consejos de vida, tantos días y mañanas, moralejas aprendidas solo por el duro tiempo, aquel cruel que me condena a vivir y no te tengo.
Desde que me sujetaste, protegiste y cuidaste, con tus brazos refugiaste mi sutil y pura alma, mi pequeño y frágil cuerpo que trajiste de la calma; deuda impagable que jamás podré saldarla, el precio de haber visto los ojos de un ángel, desde entonces ese día, se volvió incomparable.
Sentado frente a esto que separa nuestros cuerpos, pasan sobre mí las penas y lamentos, mil días con sus soles, mil noches y sus lunas, que no traen dicha alguna a mí ya marchita alma.
Helada y sombría calma, que ha apagado mis días, cercana lejanía de tu cuerpo y de mis manos, ¿Dónde habré estado que nunca pude llamarte? ¿Cómo pude olvidarte y alejarme del camino? ¿Cómo podré pagarte esta traición con mis años? Como quisiera ser yo el que tenga que marcharse...
Tembloroso y derrumbado me observo en mi reflejo, charcos de aguas del llanto que formo en tu lecho, el frío que me arropa, doloroso silencio, ausencia que se lleva todo y me deja aquí desecho.
¿Porque he llegado tarde? ¿Porque he sido tan ciego? Jamás podré besarte, jamás podré abrazarte como lo hicimos un tiempo, jamás podré decirte lo que ahora por ti siento y cuanto siento el haberte perdido, y solo pido... encontrarte en otra vida, encontrar una salida para tenerte entre mis brazos, y darte... lo que tu supiste darme, el calor interminable de un alma irremplazable.
Entiendo te vas hoy, pero igual yo iré mañana, jamás mientras yo viva borrara el tiempo tu cara, las memorias de tus días las mantengo bien guardadas, tu jamás te perderás, tú en mí siempre vivirás, porque siempre será así, porque siempre así será, nos veremos pronto sí, mamá.

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Laberintos
PoesiaCaminando entre las sombras de mis miedos y fracasos, es en tu regazo donde al fin yo me consigo.