Sirena

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Entre esta dualidad de tu vida y la mía, lloro tanto de día como lo hago de noche, y es que tu tiempo y tu nombre van escritos a mi lado, tiñendo el manto adornado por estrellas.

Camino sin reproches observándote a lo lejos, luz que brilla muy serena, te contemplo a la distancia, como un faro en altamar que calma, y guía mi alma, por las vivas sinfonías de tu voz y tus palabras.

Sin fin de mi camino cual laberintos a oscuras, tus pasos de cordura que guían a la nada, preciosa eternidad que me duerme y me silencia, lléname de ti, para así tenerte cerca.

Sin saber que ya mi suerte ha llegado a su destino, consigo el alivio justo al frente de tu puerta, brillante fortaleza de lo oscuro de mi calma, que grita en el abismo de esta luna de esperanza.

Y como finas franjas de los hilos tu cabello, mi más puro y sincero deseo yo te digo, confieso arrodillado ante tu imponente esencia, que ahora muero y no soy digno de servirte mi doncella.

De otro mundo has venido, yo muy afligido de este espacio he de marcharme, pues tu luz como un gigante me arropa y me da abrigo, en las frías lejanías de los días marchitados, pensé en poseerte, tu cuerpo y tu mente, pero fue suficiente, el solo escuchar tu canto.






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