Gotas de papel

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Mi eterno amigo y confidente, de este débil pulso ardiente que se escapa de mi mano, sobre ti perfecto manto que recuerda mis palabras, es mi vida un carrusel del cual no he de bajarme.

Aun me faltan tantos días para saber lo que la vida me tiene deparado, lo que he de conseguir, lo que aún no se de mí, y por lo que aquí aun por vivir queda.

Lo que empezó como un cuento, una historia tan ficticia, se convirtió lentamente hasta al fin cobrar vida, reflejo de estos años que no han pasado en vano, arenas del reloj que avanzan sin pensarlo.

Líquido vital, tinta de mi sangre, mientras tú sigas aquí siempre habrán de recordarme, pues sobre el papel se tiñen las palabras, que hacen a mi alma inmortal frente a los años, como estrellas del espacio y sirenas con sus cantos, como el frio del invierno, como el olor a tierra cuando lloran sobre mí estos opacos cielos, cual eterna la sonrisa de los niños con sus juegos, como luna que observa nuestras noches y los sueños.

Deseo más que nada, más que nadie, jamás ser olvidado, pues mi vida he aislado en una realidad sombría, el calor de aquellos días quedo en el pasado, y en este mi presente, de labios tan cansados, rodillas temblorosas, mirada ya borrosa y cabelleras tan plateadas, no encuentro la deshonra, sino oasis de una gloria por yo haber elegido escribir mi propia historia, con mi esencia como tinta, con mi piel de pergamino, labre así el camino que ya he transitado.

Y en medio de recuerdos plasmados en cuadernos, de lágrimas marcadas, ahora disecadas, en esta débil nota de mil tomos y libretas, al irme yo sabré que voy a renacer, como un sueño, un susurro a lo lejos, alentado por aquellos que logren entenderme, entre líneas conocerme, y al final ya puedan ver, desde sus manos caer, estas gotas de papel.


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