Laberintos

Sonrisa ajena

Tan bella... como lirio, como estrella; tan prohibida, tan ajena...

Preciado monumento que contemplo a la distancia, es tu risa delicada, tu mirada encantada, que conmueve y me llama a soñarte cada día.

Te veo tan sencilla, y a la vez sofisticada, se muy bien que cuando callas tu silencio me acaricia, y me doy cuenta deprisa, lo mucho que te quiero.

Inundado de asombro como un niño yo te veo, mis manos temblorosas sosteniendo mis deseos, eres tú aquella dosis de lo que en mi vida falta, la mitad que me completa, tu mi luna de esperanza.

Yo me escondo entre la gente, tan tímido de verte, sin valor para acercarme, con temor de que me hables y no decirte lo que quiero.

Y es que si te soy sincero... yo a ti te pienso a diario, ensayo frente al espejo cada día nuestro encuentro, y desde donde yo estoy puedo observar, como la brisa y su danzar abanican tu cabello, y el aroma de tu piel me estremece el cuerpo entero...

También yo te confieso que en mis noches te he soñado, y estando aun despierto te imagino entre mis brazos, yo sé que es mi destino, eres tú a quien he buscado, y me sobran las razones para quererte a mi lado.

Sin embargo yo sé bien que muy tarde he llegado... confinado a lo lejos a mirarte solo a ratos, a pensar en tus caricias cuando aquí mi soledad, es mi única visita, en imaginar tu aroma justo como lo recuerdo, en pensar en tus cabellos jugando con el viento, contemplando tu sonrisa brillante y delicada, que ahora se no es para mí a quien le correspondía... porque es para alguien más, porque el miedo me movió pero hacia atrás, y ahora hoy te veo aquí, tan perfecta y tan bella, tan radiante y tan serena, pero sigues siendo para mi... completamente ajena...