Millonario

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Visítame, te espero, a este mi aposento, tus pasos ya muy lentos con sospecha y con sigilo, se acercan a mi puerta, de adornadas telas, entre estas dos murallas que cuidan mi fortaleza.

Desde el fin de tu camino hasta el comienzo del mío, ves como sombrío se vuelve en todas partes, pues de noche sólo estrellas, y la luna con sus fases, alumbran nuestras cenas, nuestros sueños y cantares.

De los pies a la cabeza mi ropa y mi apariencia, de marcas reparadas por los hilos de la seda, entorno que conmueve tus ojos con la pena, te ves tan diferente, entre tanta suerte ajena.

Tú piensas que yo soy, de un mundo muy distinto, muy largos los caminos por los que hemos transitado, en tu mente ya lo ves, y te sientas a mi lado.

Entre tanta gente, mi familia y mis amigos, un espacio yo consigo para ti con mis hermanos, pues aquí uno sólo somos, y juntos nos quedamos.

La comida de mi mesa es la tuya y de ella, de todo el que venga siempre saciare su hambre, pues estas cicatrices, como huellas de batallas, me recuerdan cada día lo difícil de la vida, y me muevo por encima, de carencias y pesares.

Te veo extrañado, tu rostro blanco y fino, tu ropa que no cubre, que no esconde, lo que en tu mente se impone y hace estremecer tu alma.

Y sentado justo aquí, en esta mesa de madera, en estas ruinas ante tus ojos mis paredes ya muy viejas, en este piso gastado apenas de cemento, se ven todos los huecos que pisan mi pasado, sobre este débil techo que apenas nos esconde, de estas frías noches en donde yo me refugio, todos aquí somos uno, y por eso, tu fortuna y tus lujos has de cuestionarte, ante esta gran riqueza de este pequeño mundo, real, no imaginario, es lo que realmente me hace ser, un hombre; millonario.









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