#4 Reclutas - Mensajero

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Dejando atrás el sol, alejado de aquel fuego, navego ya muy lejos del infierno de esos días, mi mirada al horizonte que disfruta tanta calma.

El suelo, que sin chispas y sin hoyos, sin la sangre ni el polvo me recibe con su manto, silencio y mucho llanto que me abordan con sigilo, no me extraña estén dolidos por lo que voy a contarles.

Me alejo lentamente sin tener ya más que darles, solo me queda una más, una más en mi equipaje, es extraña y sombría, pareciera que algo late, y resalta porque es, de un color cual rojo sangre.

Muchos días yo viajé, buscando aquel destino, o más bien destinatario de este incierto contenido, se ve vieja y arrugada, con olor a fuego y polvo, como quisiera saber para quien la han escrito, y lo escrito, que en su interior contiene.

Pasan días, pasan meses y aún estoy muy lejos ¿Quién vivirá ahí? En ese rincón del mundo... me imagino y me pregunto si encontraré a alguien.

Cabaña de pino y arce que se yergue a la distancia, pequeña y muy lejana su imagen a la vista, me acerco muy de prisa apurando ya mis paso, en el suelo encuentro rastros de papeles y cenizas...

Me acerco a la puerta, tan gastada por el tiempo, silencioso momento aparece en mi camino, de blancas cabelleras cual ráfagas de plata, un alma olvidada por el tiempo y el destino.

Lento caminar de adolecidos pasos, confundido entre llanto grita nombres al vacío, y el viento, tan frio como inverno, hace estremecer mi cuerpo.

Tan cerca y tan lejos su cuerpo junto al mío, solo escucharme puede, y por ello le explico, algo que quizás no crea, quizás no es lo que quiera, pero este es mi deber, y por eso he venido.






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