Frente a este monumento tan alto como el cielo, cada paso que con duelo me aproxima a mi destino, camino y me encuentro justo al frente de tu puerta.
Elevo mi mirada, hasta arriba, hasta el cielo, contemplo la distancia desde este frío suelo, me siento diminuto, me siento tan pequeño, en este mundo mío donde el miedo se hizo dueño.
Me adentro tembloroso por tus puertas de concreto, deambulo sutilmente entre gente que ignoro, como si nadie estuviera, como si nadie existiera, alejándome de todos hasta que el camino rojo aparece justo al frente.
Escalón por escalón voy calmando mis delirios, de mis ojos brotan hilos que reflejan mi tristeza, mi cuerpo entumecido ya no siente más cansancio, ni el goce, ni la brisa, ni la vida, ni salida, de este abismo desolado.
Tardío pero cierto a tu cima he llegado, desprendido y liberado, decidido y acabado por terminar al fin mis días, me acerco en agonía hasta tu filo dorado, me siento aquí a tu lado justo al borde del olvido.
Míralos, que pequeños se ven, desde donde yo me encuentro por encima y a lo lejos de lo que ellos pueden ver.
Te confesaré algo, que nadie ha de saber, y es que no existe nadie que me espere o me extrañe, que me quite o me dé, nadie estuvo por mí, y yo por nadie estaré, sé que esta es mi vida ahora, y es por eso, por eso que ahora se, que a pesar de lo que pienses... sin dudarlo... saltare...
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Laberintos
ŞiirCaminando entre las sombras de mis miedos y fracasos, es en tu regazo donde al fin yo me consigo.