Vigilante, sin jamás cerrar mis ojos, ignorando mi cansancio, reprimiendo mi fatiga, desvelo nocturno de sueños diurnos que me encierran la vida, pedazos de cientos, fragmentos de un alma rota, que brota y lentamente se asoma a esta realidad tardía.
Carece de melodía el resonar de palabras que de ti siempre emanan, el veneno de mi vida, duermen pesadillas mientras se opaca el recuerdo, el recuerdo que ya existe de mi inexistente alma, inmortal ya su calma, que no mueve ni el viento, ni los gritos o lamentos que a lo lejos como eco, entre mi mente retumban.
Al fin ya he llegado, muy herido y agotado, arrastrado por caminos de terrores y locuras, amarrado por cadenas congeladas por el miedo, vacío y ligero transitar de tus pasos, flotando como pluma que se mezcla con el viento.
La brisa, que sutilmente acaricia tus labios, cuando de tu boca emanan las palabras que hacen daño, que atraviesan y recorren cada fibra de mi cuerpo, latente peso muerto que se ha tornado mi alma, envenéname de nuevo con tu risa y tu cabello, con tu cuerpo y tus caricias, con lo que ya en mi ha muerto, con el alma que en ti habita, con tu vida que no tengo.
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Laberintos
PoesíaCaminando entre las sombras de mis miedos y fracasos, es en tu regazo donde al fin yo me consigo.