PRÓLOGO

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Son como briznas sus destellos, dorado, color dorado.

Ella tiene el poder, nació con él, el poder le pertenece.

Su toque puede dar vida a la ambición y muerte al amor. Su chispa atrae a los más despreciables.

El cazador puede disfrazarse y el guardián puede perderse.

No te dejes confundir, en esta historia nada es lo que parece y, el final... tal vez solo sea el verdadero comienzo:

Así fue como el rey Midas tocó al ser que más amaba, la hermosa humana cambió al instante, dejándolo horrorizado al despertar de su trance...

— ¡No! —el grito desgarró su pecho. Siguió negando con la cabeza mientras trastabillaba retrocediendo hasta caer sentado, observó sus manos temblorosas y sintió asco, todo se vino a su memoria de golpe.

Levantó la mirada hasta el lugar donde había quedado su precioso tesoro y lloró amargamente, no creía lo que había hecho ¿cómo había llegado a esto?

Algo debía poder hacerse. Se levantó y se acercó a la linda chica sin saber como despedirse, solía darle un beso en la frente antes de abandonar el castillo, pero está vez dudó en volver a tocarla y tan solo dio media vuelta marchándose con la promesa solemne de remediar lo ocurrido.

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