Este capítulo va dedicado a la cumpleañera, Beckyta, muchas felicidades, sé que de mi parte no hay nada más que te haga feliz, que leer a Sasha, así que aquí lo tienes, disfrútalo. Te amamos.
Erin
Un año pasó, un año en el que no pude sacarme al ruso de la cabeza.
Transcurrieron una serie de acontecimientos que no cambiaban nada en mi vida. Cada día me veía como alguien que no existía siguiendo órdenes, con una rutina fija que hacia pesar mis ojos cada amanecer. Me provocaba el deseo de no despertar nunca más.
Lo único bueno que sucedió, fue que terminé mi carrera, ahora era una arquitecta que podría conseguir un puesto en las empresas de mi difunta madre. Sin embargo, existían impedimentos que justamente tenía delante de mí tomando la forma física de mi prometido y mi padre. Dos estorbos que se empeñaban en hacerme la vida imposible. A veces me preguntaba por qué no se volvían pareja, congeniaban de maravilla, ambos con los mismos pensamientos misóginos y estúpidos.
No pasé años preparándome para terminar siendo la esposa trofeo de alguien. No lo aceptaría ni ahora ni nunca.
Aun en contra de las insistencias de Dominic y sus consejos sobre quedarme callada y esperar, no lo toleraba, no lo haría por más tiempo. Tenía pensado huir con o sin su ayuda. Estuve viendo lugares donde podría comenzar de cero, desde México, hasta Rusia, esta última quizá se trataba de una elección influenciada por aquel ruso del que no volví a saber nada desde la noche de Halloween. No podría decir que me sentí bien después de que desapareció, secretamente esperaba encontrarme con él en los rincones más oscuros.
Perseguí las sombras, los lugares más helados y tenebrosos, pero él nunca apareció.
Me resigné y lo eché bajo llave, junto con todo lo demás que no quería o no podía recordar. Hice lo mismo con Dominic, con lo ocurrido en su auto, porque a partir de ese momento fue como si algo hubiera cambiado entre nosotros. Se alejó, demasiado, pasaba días fuera, apenas lo veía y nunca más tocó el tema de nuestro beso y el casi sexo que tuvimos. Me dio la impresión de que nunca estuvo de mi lado, de que me manipuló para conseguir dejarme callada ante lo que me imponían. Su lealtad estaba con mi padre, después de todo, era el quien le pagaba.
Por otro lado, logré amasar una pequeña fortuna que me serviría, obtuve documentos falsos para poder salir de Nueva York sin ser vista, por supuesto, pasaría los primeros meses o años en la clandestinidad, después, trataría de ejercer mi carrera. No echaría a la basura mis sueños, los perseguiría hasta alcanzarlos y tuve la determinación de derribar a todo aquel que se interpusiera en mi camino.
¿Cómo lo haría? Bien, eso lo averiguaría con el tiempo.
—La boda será en un mes y medio —mencionó Scott, bebí de mi copa para ocultar la mueca de desprecio y fastidio—, hubo un atraso con los abogados para el acuerdo matrimonial.