Va a ser un capítulo molesto para algunos, pero así va la trama. Espero leerlos mucho💙
"Muchas veces tenemos por amor, lo que es verdadera desgracia".
-William ShakespeareErin
Hoy las clases de piano fueron bien.
El sentimiento de querer huir se mantenía oscilándose en una cuerda en mi cabeza, pero fue más llevadero. Estaba tentada a buscar un empleo de verdad, no había caso para posponerlo por más tiempo, este transcurría y yo seguía estancada esperando a alguien que nunca iba a volver.
Mientras el tiempo avanzaba, más lejano se volvían los momentos que pasé en Moscú, eran como la nieve al final del invierno derritiéndose bajo los rayos del sol, formaban un rÍo que terminaría por extinguirse cuanto más tiempo pasara expuesto al calor.
Tenía que aceptar mi nueva vida, vivirla como quería, dejar mi pasado atrás de una vez por todas. Hasta el momento nadie se puso en contacto conmigo, ni siquiera Joseph. No tenía idea de lo que sucedió con la herencia y la empresa, quizás encontró el modo para seguir usando el dinero de mamá, diría que no me importaba, pero a veces aparecía un impulso que me pedía a gritos ir a Nueva York a recuperar lo que ella me dejó.
No me arriesgaría. No quería nada que me atara al pasado turbio que tuve, el único que pudo ser una conexión, sería Gav.
Seguía dándole vueltas a nuestra conversación, confieso que esperé encontrarlo en mi departamento, listo para arrastrarme de nuevo a las sombras del cautiverio, pero pasó una semana y no tuve noticias de él. Probablemente si fue una coincidencia y yo actué como una loca. Suspiré hondo. Ya no lo sabría, dudaba que pudiéramos vernos otra vez. Siendo franca, me gustaba, sin embargo, ya tuve suficiente de rusos en mi vida.
Desvié mi camino hacia el interior del centro comercial. Me apetecía comer algo en algún restaurante pequeño de comida rápida. Los primeros días de libertad, fue imposible que asomara las narices fuera del departamento, y cuando me atreví a hacerlo, no paré de ver sobre mi hombro, luciendo como un pequeño ratón asustado y tembloroso. Odiaba sentirme así.
Ahora contaba con un poco más de confianza, aunque todavía seguía siendo precavida y miraba mi entorno con ojo analítico. Había ocasiones en las que me llegué a sentir observada, la sensación no se iba y no sabía si dejé de percibirla o simplemente me acostumbré a ella.
Me detuve frente a una tienda de ropa para niños. Llamó mi atención una cabellera rubia y una complexión que reconocí con demasiada facilidad, pero lo que me atrapó, fue la figura de la niña a la que él le hablaba con paciencia y una sonrisa incitadora. Era preciosa, de cabellos rubios y largos hasta la cintura, llevaba una diadema tejida en color lila, combinaba con su vestido de flores y las sandalias de tiras con brillos. Mantenía sus brazos desnudos cruzados sobre su pecho, con la cabeza agachada que se movía de forma negativa una y otra vez. Quizá rondaba los seis años.
Noté la preocupación de Gav, incluso a la distancia; se pasó una mano por los mechones rubios y respiró hondo, sujetándola de los hombros con la delicadeza con la que tomarías algo frágil.
De pronto, giró su rostro hacia mí, atraído por la fuerza de mi mirada. Pareció sorprendido y luego, una sonrisa franca se formó en sus labios. La sangre me subió a la cara. Perfecto. Ahora sí tendrá motivos para creer que lo estaba acosando.
Lo vi caminar en mi dirección, tomando de la mano a la niña. No tuve más remedio que quedarme en mi lugar hasta que ambos llegaron.
—Hola, Erin —saludó con simpatía—, ¿qué haces por aquí?