Capítulo 41: Dolorosa realidad.

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Holi, les dejo el capítulo de hoy, espero leerlos mucho y subir mañana. Besos.

Erin

Transcurrió una semana. Una semana más.

Perdí la cuenta de los días exactos que llevaba cautiva, en realidad, ya no importaba. Estaba convencida de que nunca recuperaría la libertad, mis sueños se quedarían solo en eso: sueños.

Quizá debería aceptar con buenos ojos lo que Sasha me ofrecía. Ya no me amenazaba, tampoco me lastimaba, al menos no volvió a poner su navaja sobre mi piel, aunque sus manos seguían tratándome con rudeza cuando follábamos, no era delicado y ya no lo esperaba.

Descubrí que gustaba sentir su deseo violento en la cama, quería ser poseída con esa lujuria oscura y dominante, y él lo sabía. No había un solo día que no estuviera dentro de mí, con sus manos en mi cuello, su sadismo en mi piel cuando azotaba, las marcas no se diluían, porque cuando estas comenzaban a desvanecerse, Sasha se encargaba de hacerme más. Me marcaba, y al hacerlo, veía su hambre posesiva ser alimentada.

Al menos en ese aspecto nos encontrábamos bien. Sasha no solía hablar mucho, trabajaba todo el tiempo junto a Andrey, el tipo de ojo verdes fríos y letales. Aunque se tomaba un espacio para comer y cenar conmigo, después nos duchábamos y terminaba poseyéndome varias veces por la noche, esto se convirtió en un rutina en la que caí y de la que parecía no iba a poder escapar.

Me abrumaban los sentimientos que crecían dentro de mí, porque sabía que estaban mal, pero no podía detenerlos.

Quería a Sasha, lo quería mucho, y eso me aterraba.

Desconocía sus planes, lo que haría conmigo después de que se aburriera de esta situación, o de mí. Temía por el futuro incierto que me deparaba y era imposible obtener respuestas de él, no me decía nada y no parecía tener intenciones de hacerlo más adelante. Iba a ciegas y lo odiaba.

De Carlos no supe nada en todos estos días y lo echaba de menos. Al preguntarle a Sasha solo me dijo que tenía trabajo, nada más. No entró en detalles y decidí no presionar, al igual con la situación de Dom, una que me dolía demasiado, pero ya no podía hacer mucho. Sasha no cambiaría de opinión sin importar los esfuerzos que yo pusiera, y liberarlo sería una tarea inútil cuando toda la propiedad se encontraba vigilada por un ejercito de matones, además, ni siquiera sabía donde lo tenían. Traté de averiguarlo, pero es como si Sasha se asegurara de que no explorara más de lo que debería.

Hoy por lo menos pude salir de la casa, claro, con su aprobación y la vigilancia constante de sus mastodontes. Jugaba en la nieve con Korol' y Blue, con ellos tenía un poco más de confianza, las otras mascotas se mantenían detrás de una cerca de alambre, algunos guardias los entrenaban.

Sasha se encargaba de tener bien cuidadas a sus mascotas, incluidas yo.

—Ve, Korol'.

Le lancé una pelota y él corrió detrás de ella con Blue siguiéndole. A pesar de las bajas temperaturas, no tenía ganas de regresar adentro, quería gastar energía, me moría de aburrimiento. Leí unos cuantos libros, vi un poco de televisión, pero sentía que me asfixiaba.

Posé mi atención en Korol', me trajo la pelota, sus ojos desprendían diversión y desespero, soltó un ladrido que me indicó que volviera a lanzar la pelota. Sonreí.

—Eres igual de mandón que tu dueño, ¿no? —Dije divertida.

Corrí con la pelota, esquivándolos y riendo al ir perseguida por ellos, mas no usaban su fuerza, ni su velocidad, eran inteligentes y sabían que podían alcanzarme en segundos, pero entonces el juego terminaría y por lo visto no es lo que querían. Así que me daban ventaja, alzaba mi brazo y brincaban detrás de la pelota, claro que si se estiraban completamente me la quitarían, mi tamaño daba vergüenza.

Perverso ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora