Va a ser un capítulo cruel, pero necesario. Disfrútenlo. Y escuchen la canción, va con ellos.
Erin
Hoy desperté sola otra vez, y en contra de lo que esperé, Sasha tampoco comió conmigo. Al intentar preguntarle a Anika por él, no logré obtener nada, no hablaba en lo absoluto mi idioma y no es como si pudiera salir de la casa e investigar con algún guardia, la puerta estaba cerrada con tipo de mecanismo eléctrico y solo Sasha podría autorizar mi salida, además, había guardias dentro de la casa que bloquearon mis intentos por explorar los rincones de este enorme lugar.
Me preguntaba qué le pasó, por qué no venía.
Quizá cometí un error al confesarle mis sentimientos, ¿qué podía esperar de eso? ¿Que me correspondiera? ¿Él? Sería una estupidez siquiera el contemplarlo, Sasha no era el tipo de hombre que sentía cosas por una mujer, sí, me deseaba y su obsesión era más que eso, pero estaba lejos de ser amor. Era lo más parecido a un capricho, yo era su posesión y me cuidaba como tal. Nada más.
Debí quedarme callada, no permitir que la situación me sobrepasara. Lo arruiné al devastarme delante de sus ojos, le mostré mi debilidad en toda la expresión de la palabra y no dudaba por un segundo que fuera a utilizar esta nueva información a su favor.
Y lo peor de todo, es que saber el tipo de hombre que era, no disminuía mis sentimientos por él, estos seguían intactos y me lastimaba el no ser capaz de arrancármelo del pecho.
¿Por qué era tan complicado? Apenas lo conocía lo suficiente, no es como si fuera un novio con el que tuve una relación de años, al menos así se justificaría el cariño tan fuerte que sentía por él. Todo esto era ridículo y sin sentido. No entendía nada y tal vez nunca lo haría, porque probablemente las respuestas se encontraban en un pasado al que no podía acceder.
Quizá cuando lo hiciera sería demasiado tarde.
Decidida a buscar a Sasha por enésima vez, salí de la habitación. No podía estar así, tenía el presentimiento de que algo ocurría.
Bajé las escaleras en silencio, mis pies cubiertos por las medias no hacían el menor sonido, para mi sorpresa, me encontré con Andrey, quien se dirigía hacia la puerta principal. Un alivio me recorrió el alma.
—Andrey —lo llamé, incluso cuando él ya me había visto. Hoy también iba vestido de traje, el negro predominó, haciendo un contraste con el verde de sus ojos que no se apartaron de mí.
—Erin —saludó frío.
—¿Sabes dónde está Sasha? No lo he visto desde ayer. —Se mostró impasible.
—Está en su despacho —respondió—, lleva ahí todo el día.
—¿Qué? —No oculté mi sorpresa— ¿Puedes decirme dónde está? ¿O llevarme con él? Los guardias me bloquean el camino.
Una mueca de lastima surcó su boca.
—No te recomiendo que acudas a él ahora. Sasha no está en condiciones de hablar con nadie.
—¿Por qué? —Mi corazón latió deprisa— ¿Lo han herido? ¿Está bien? —Exigí saber sin ocultar mi preocupación.
—No, no está herido. —Exhaló hondo, hinchando los músculos de su pecho.
—Quiero verlo, necesito hablar con él, por favor —supliqué. No me equivoqué cuando presentí que algo andaba mal.
Andrey lo pensó durante unos segundos que me parecieron eternos. Estrechó los ojos ensombrecidos ligeramente, cautelosos.