Capítulo 50

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En el siguiente mis bebés se encuentran, así que comenten mucho para que lo suba hoy😘

"Yo muero extrañamente... no me mata la vida, no me mata la muerte, no me mata el amor; muero de un pensamiento mudo como una herida".
-Delmira Agustini

Erin

Mis párpados seguían cerrados, pesaban, negándose a abrirse, la oscuridad se cernía sobre ellos mientras una sensación familiar azotaba mi centro. Un gemido escapó de mi boca al percibir el roce húmedo de su lengua en mi clítoris. Sonreí, disfrutando de cada succión de sus labios, el ritmo era enloquecedor y estaba llevándome al límite del placer.

Sasha

Solo pude tenerlo a él en mi mente, se encontraba aquí, entre mis piernas, tocándome y tomando de mí todo lo que quería. Por Dios que no iba a negárselo. Estiré mi brazo bajo las sabanas suaves, encontré los mechones de su cabello sedoso, hundí los dedos en las hebras y lo presioné más contra mí.

Comprendió lo que quería, sus dedos se agarraron con fuerza de mis muslos y empleó un delirante movimiento circular con su lengua en mi botón hinchado. Se sentía tan bien, estaba en las nubes casi alcanzando las estrellas. Mi ritmo cardiaco se volvió loco, la textura de la ligera barba que cubría su rostro raspó la piel sensible y me arrancó un jadeo. Mordí mi labio y balanceé las caderas contra su boca cuando el orgasmo me destrozó con una violencia inhumana, mi cuerpo flotó entre el tumulto de sensaciones que me provocó llegar al éxtasis.

Él recogió cada gota de mí y luego, se apoyó en sus rodillas, no distinguía su silueta, la oscuridad gobernaba a mi alrededor cuando lo busqué con la mirada. Quería verlo, ver el reflejo de mis ojos en los suyos, sin embargo, no sucedió. La punta de su pene frotó entre mis pliegues, separándolos y jugando con mi autocontrol, me estimuló hasta que sintió mi centro palpitar deseoso.

—Hazlo ya, por favor —supliqué, excitada de nuevo.

Lo escuché reí, burlándose de mi desespero. A continuación, presionó su miembro y entró en mí muy lentamente, dejándome sentir cada centímetro de él mientras mis paredes luchaban por sostenerlo dentro. Su tamaño dolía, me sentí llena al momento en que invadió mi cavidad. Se quedó quieto, escuchaba su respiración desigual, palpaba su excitación, igual de fuerte que la mía.

—Me estás matando —susurré trémula. Cada extremidad de mi cuerpo se sentía muy pesada.

Volvió a reír y se retiró, embistiendo más duro esta vez. Mi espalda se arqueó, sus dedos estimularon con suavidad mi clítoris mientras sus penetraciones iban en aumento. Me quedé quieta, arrastrando las sabanas entre mis dedos, envuelta en el placer que se gestaba en mi vientre bajo. Mi piel se hallaba sensible, mejor dicho, cada parte de mi lo estaba, tanto que no demoré en correrme de nuevo en torno a su pene que continuó perdiéndose en mí.

De pronto, se inclinó, cubriéndome con su anatomía, percibí su aroma y mi corazón se paralizó por un segundo.

Conocía ese perfume, pero no era el de Sasha.

—Gav —titubeé, conmocionada.

—Buenos días, Erin —susurró, besándome en la boca al tiempo que terminaba dentro de mí.

Jadeó sobre mis labios inmóviles, presionó hasta que cedí, respondiéndole despacio, aún en shock. Tiró de mi labio inferior con sus dientes y luego enterró su cara en mi cuello, sus dedos cogieron los mechones de mi cabello, enredándolos en ellos.

—Esta ha sido una de mis mañanas favoritas de toda mi vida —murmuró contra mi piel. Me dio una leve mordida, su pene aún dentro de mí.

—No usaste protección —fue lo único coherente que salió de mi boca.

Perverso ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora