Un capítulo corto, gracias por seguir llenándome de comentarios bellos. Los amo💙
"La luz es la mano izquierda de la oscuridad, y la oscuridad es la mano derecha de la luz; las dos son una, vida y muerte, juntas como amantes."
–Ursula Kroeber Le Guin
Sasha
Embarazada.
La palabra se repetía en mi cabeza una y otra vez, mientras aceleraba y esquivaba autos por la carretera para llegar lo más rápido posible al hospital más cercano, el sangrado entre sus piernas me ponía nervioso y me hacía temer, no era normal, por supuesto que no lo era, joder.
No asimilaba lo que ella había dicho, me negaba a pensar en que estando embarazada unos imbéciles la golpearon, poniéndola en riesgo y también a mi bebé.
Hijos de puta. Los habría castrado de haber tenido tiempo para ello, pero ahora mi prioridad era Erin y mi hijo. Mi bebé, tendría un bebé con ella.
Erin tendría un hijo, un hijo mío.
Me encontraba en shock sin asimilar del todo sus palabras. Si ella me lo hubiera dicho en otro momento, la habría llenado de besos y dejado bajo llave en la habitación para evitar que le hicieran daño a ese pedacito de nosotros que crecía en su vientre, a esa personita que nos uniría de por vida, un lazo que nadie ni nada podría romper jamás.
Ahora, Erin jamás se iría de mi lado, sin importar lo que sucediera, un hijo lo cambiaba todo en mi mundo.
—Estarán bien —la tomé de la mano—, voy a protegerlos con mi vida.
Pasados los minutos frené derrapando las llantas del auto fuera de urgencias; Andrey me ayudó a encontrar el lugar más cercano y seguro para ellos, milagrosamente se trataba del hospital donde mi hermana trabajaba.
En estos momentos tenía a mis hombres rodeando el perímetro y otros más se hacían cargo de Vania. Esa rata no iría muy lejos, más le valía que le rezara al diablo para que no lo encontrara, porque lo que le haría estaría a la altura de mi lado más sádico.
No perdí tiempo y bajé rápidamente del auto, abrí la puerta de Erin y la tomé entre mis brazos con la sangre brotando aun de sus heridas, sangre que manchaba mi cuerpo. La veía y se notaba tan pálida, cubierta de ese líquido carmesí como una visión siniestra, como la representación física de mis peores pesadillas, como si ella estuviese muerta.
—¡Necesito ayuda! —Exclamé y me asombró el poder articular palabra alguna sin romperme.
Enseguida unos enfermeros acudieron a mi llamado, trajeron una camilla y me arrebataron a Erin de los brazos con suma dificultad, casi tuvieron que suplicarme para quitármela, mis dedos se adherían a su piel y no me encontraba en condiciones de desprenderme de su cuerpo. Estaba tan fría y necesitaba de mi calor.
—¿A dónde la llevan? Ella está embarazada —mascullé siguiéndoles, pero uno de ellos apoyó su palma contra mi pecho deteniendo de alguna forma mis pasos.
—Por favor, espere aquí, nosotros atenderemos a la joven.
—¡Más les vale que ellos estén bien! ¿¡Me entendiste!? —Espeté, cogiéndolo de la camisa blanca, manchándolo de sangre.
—¡Lev! Por Dios, Lev, ¡detente! —Miré a Sophie que sostenía mi brazo con firmeza suplicándome con la mirada para que soltara al enfermero que no se inmutó en lo absoluto. Probablemente ya estaba acostumbrado a tratar con situaciones como esta.