El capítulo no es muy emotivo, lo escribí hace mucho y ahorita solo lo edité un poco, por eso la narrativa cambia a una más simple a comparación de otros de mis libros. Para cuando lo edite para físico, espero dar más detalles de este cap y hacerlo más bonito. Por ahora así se queda, que se nota el cambio cuando lo lean en papel🩵
*Escuchen la canción, es importante.
"De algún modo sobreviví la noche y entré en el día. Al salvado le basta su salvación aunque no sepa el cómo".
-Emily Dickinson
Erin
Me encontraba muy nerviosa, había cinco mujeres conmigo, las cinco hablaban al mismo tiempo, acomodaban mi vestido, los mechones sueltos y el maquillaje. Y yo solo podía mirarme en el espejo de cuerpo completo, creyendo que esto solo se trataba de un sueño, pero no, era el día de mi boda. Luego a un año del nacimiento de Dasha, nosotros íbamos a casarnos. Y decir que estaba feliz, era quedarse corto.
Jamás tuve el matrimonio como una meta en mi vida o un paso necesario para ser feliz, sin embargo, al ser mi unión con el hombre que amaba, no paraba de sonreír, de sentirme plena, de repetirme que necesitaba unir mi vida a la suya de todas las maneras posibles que existieran. Muchos años habían transcurrido desde que él arribó a mi vida con toda la intensión de destruirla, y hoy aquí estaba: enamorado de mí.
Mi sonrisa se amplió. Ambos encontramos la manera de mejorar, de ser lo que el otro necesitaba y Sasha se convirtió en mi soporte en estos meses donde las pesadillas persistieron, él siempre estaba a mi lado, reconfortándome, repitiendo en mi oído lo fuerte que yo era. Creía en mí, en que podría salir adelante.
Creía, a pesar de que yo no me tenía fe, él sí y su apoyo servía de mucho. Aunque las pesadillas y el temor seguían por ahí, ya habían perdido fuerza.
En algún punto quise buscar ayuda, pero seguía reticente a contarle mi vida a un desconocido, incluso si se trataba de un profesional. No podía sentirme segura y Sasha no me presionó para que lo hiciera, respetaba mis decisiones, por supuesto, recibía su opinión y sus sugerencias, pero al final de cuentas, era mi palabra la que valía.
Sobre el tema sexual, ese estaba en el olvido. Hacía mucho que no teníamos sexo, pero Sasha parecía tranquilo, no me obligaba, ni presionaba, mas yo sabía que había un límite y pronto lo rebasaría. Creía ya estar lista para ese momento, no obstante, me negaba a decírselo, quería hacerlo en nuestra noche de bodas.
—Estás lista —dijo Sophie.
—Y radiante —apoyó Eira.
—Muy hermosa, mi niña —agregó Martha.
—Él perderá el habla —aseguró Isabela.
Las miré con los ojos llenos de lagrimas mientras mi madre se mantenía en silencio. En sus ojos vislumbraba el orgullo que le daba verme vestida de blanco, aunque no lo admitiéramos, era como un sueño que no se encontraba en nuestros planes.