Capítulo 6

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Todo a mí alrededor eran cajas, cajas, y más cajas. Lo único que había en esa mohosa habitación era tan solo una cama sin sabanas ni edredón ni una sola almohada, - Para variar... - Un "mini" armario de madera, que por cierto, había una viga que estaba a punto de ceder -Se lo diré a la tía Carmen y que lo arregle ella... Por que yo no pienso mover ni un maldito dedo y menos por arreglar nada de este asco de casa, que para eso es SUYA, no MIA...- Y una estúpida sillita de mimbre que estaba toda despedazada.

Me propuse abrir las cajas he ir sacando mis cosas, pero cada objeto que sacaba, un recuerdo aguardaba...

Y como podéis ver o imaginar el miedo siempre vence...

Unos meses después...

Desde que me mude con mi tía Carmen toda mi vida dio un cambio radical...

La tía Carmen estaba empeñada en que pudiese acceder a una buena educación y intentar así, según ella, poder tener más que lo que mis padres me ofrecieron o mi madre recibió en su infancia -Vamos, ir a una "Academia" De estas de ricachones llena de niños pijos y mimados y niñas de estas que parecen todas salidas de una misma fábrica de "niñas perfectas" todas altas, de medidas perfectas, rubio. Pero no con cualquier rubio claro, si no de rubio rubio, este que hasta resulta tan chillón que es vomitivo... Todas estilo "Barbie" Pues de ese. Todas con sus pestañas larguísimas, uñas pintadas y vestiditos con brillo y lentejuelas, todas iguales, todas a la "Última moda" además de chillonas he insoportables; ¿Serían todas clones? - Pero yo seguía sin verme preparada.

Para nada en absoluto para ser precisos...

Además de no querer acabar convirtiéndome en una de sus clones pijas, rubias y chillonas...

Claro, es que como ella es una especie de "Rica" quiere que vaya a esa academia para presumir de su sobrina...
Yo personalmente no me sentía preparada; Físicamente estaba bien pero mentalmente estaba destrozada.

¿Como para no estarlo no?

Así que le dije a la tía Carmen que me diera un descanso, un tipo de "tregua" y me dejase quedarme en casa sin acudir a la academia aunque fuese por unos días, y luego "Si eso iría"... Si eso...

¿Iría?
¿A quién engaño?
No pensaba ir nunca...

Poco a poco esos días se convirtieron en semanas, esas semanas en meses y esos meses en años... Y así llegamos hasta donde estoy ahora, donde tengo 17 años y no he salido de casa en cinco años, bueno una vez si, pero eso es un caso a parte...

Por ahora me va bien, como en casa, paso las tardes y las horas en casa, duermo en casa...

¿Necesito cualquier cosa? = tía Carmen

¿Qué más se puede pedir?

Una cosa si se podía pedir... Un poco de cariño.

¿Ustedes saben lo difícil que es conseguir siguiera un abrazo o un beso en la mejilla por parte suya? ¿Una mirada hacia ti si acaso con una pizca de dulzura?
Tampoco es que lo quisiera viniendo de ella... Pero a veces se echaba en falta...

Imagínense un puente de madera en una de estas montañas altísimas de estos que salen en las típicas películas en la que los buenos corren por él escapando de "algo" o "alguien" que viene tras ellos, y entonces, cuando aun están en medio de este aparece el malo interrumpiéndolos; luego, ellos se suelen parar y girarse hace él y le miran con algo de... ¿"Miedo" tal vez? y después ocurre la parte en la que va el malo y corta la cuerda que sostiene el puente. El bueno, cae al vacío...

Bueno, pues ese.

¿Ese acantilado?

Conseguirlo pasar sin ese puente, ese que cortaron los malos...

¿Cómo pasas por vacío sin caer en él?

¡¿CÓMO?!

Si alguien sabe, por favor, que venga aquí me lo diga.

Así, era como me sentía yo diariamente, día tras día, noche tras noche...

Cogí una de las cajas entre mis manos, era pesada sí, pero su peso era soportable.
La puse sobre la cama y la vi, un montón de libros y una lámpara se encontraban en su interior.

Cogí los libros a montones y comencé a colocarlos en una de las estanterías que me habían traído los de la mudanza, que antes se hallaba en mi habitación.

Coloque uno en la balda de arriba con sumo cuidado, y pude notar como un leve crujido se hacía sonar por toda la habitación, entonces aparte el libro de golpe... Y lo vi.

- ¡TÍA CARMEN! -Grite mientras retrocedía sobre mis pasos aún con algunos libros colgados del brazo y el de la estantería en mi mano.

En un santiamén una señora rubia, alta, con tacones, el pelo despeinado y sofocada apareció por la puerta.

- Que... ¿Qué pasa...? -Dijo entrecortada por su respiración.

Mi cara de espanto y horror lo dijo todo.

- ¡U-una cu-cuca-cucaracha! - Grite lanzando libros por los aires mientras me subía a la cama y alzaba el libro de la estantería al frente para protegerme.

Mi tía me miró sorprendida antes de echarse a reír.
Su risa era peor que la de "Foca retrasada con ataque" tan característica de Clara...

Miré hacia donde se encontraba el repugnante bicho, el cual era negro, gordo y con antenas que le sobresalían de la cabeza y el muy maldito correteaba de lado a lado por MI estantería y lo acuse con asco con el dedo.

- ¡INSECTICIDA YA DE YA! ¡Que muera como la basura que es! - Vale, ahí me pase un poco... ¡Qué va! ¿A quién engaño? Las cucarachas son feas y repugnantes, con dos mil patitas y unas antenas asquerosamente largas y por supuesto sin sentimientos, así que no sufriría por oírme.

Mi tía río aún más fuerte.

- ¡Que esperabas! ¡Esto es una casa vieja y de seguro que habrá muchos más bicharracos como ese que lleven aquí más tiempo que tú y que yo, así que no los molestes! - Y con eso salió riendo de la habitación, dejándome a mí y a la cucaracha solas. Uno contra uno.

¡Voy a morir del asco!

 A través De Mi Ventana [En Edición]  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora