Se había prometido a sí mismo dejar la nicotina, pero con toda la presión había recaído nuevamente en lo mismo. Y allí se encontraba como cualquier día lunes, en el baño abandonado junto a Calum saltándose las clases mientras compartían el cigarrillo al borde de la muerte.
─ ¿Sería triste si muero? ─Preguntó Michael de la nada, observaba las baldosas blancas que de a poco eran consumidas por el musgo verde, en ese minuto aunque fuera realmente tonto, se sentía como esa triste baldosa.
─ No seas imbécil. ─Regañó Calum sin siquiera mirarlo, el techo era más llamativo que su amigo de alma moribunda. Probablemente una persona externa a ellos pensarían que ambos estaban drogados pero no.
─ ¿No lo sería? ─Interrogó nuevamente Michael observando el musgo adueñarse de su cuerpo también. Calum lo golpeó suavemente, sin nada de fuerza, un golpe perezoso.
─ Piensa en los demás. ─Suspiró el moreno mientras botaba el humo de sus labios en forma de pequeños aros. Michael amaba ver esos trucos que su amigo hacía.
─ Estoy cansado. ─Murmuró Michael estirando sus brazos hacia arriba queriendo alcanzar el techo, sus brazos llenos de marcas, sus manos manchadas. Se preguntaba si a Calum le parecería asqueroso estar cerca de él.
─ Descansa. ─Resolvió el moreno poniendo el cigarrillo entre sus labios, Michael sonrió.
─ Es eso lo que planeo. ─Murmuró con el cigarrillo en sus labios mientras una sonrisa se formaba en sus labios.
─ No hagas estupideces, Michael. ─Regañó nuevamente Calum, Michael suspiró.
─ Necesito descansar. ─Insistió Michael apagando el cigarrillo. Calum no lo observaba, no quería ver a su amigo de la infancia hecho un puto desastre, se negaba a verlo.
─ Pídele hierba a Eloy. ─Sugirió el moreno, Michael sonrió negando.
─ No van conmigo, Luke también me ofreció pero se le olvidaron. ─Una risa suave salió de sus labios, sentía que faltaba poco para que el musgo lo pudriera.
─ No fumas hierba pero consumes nicotina, excelente amigo. ─Dijo Calum de forma sarcástica, Michael rió divertido sintiendo sus ojos pesados y aguados. Necesitaba llorar y dormir quizá por unos cien o mil años.
─ Calum, eres muy buen amigo, enserio. ─Michael sonrió acomodándose en el suelo, igual que un gato, pensó Calum al verlo, y sin más, se durmió.
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Las caricias en su cabello se sentían bien, pero aquel tacto no era de Calum, era de Luke. Lo podía saber sin siquiera mirar, el toque sutil, el aroma varonil, todo aquello era su droga.
