168

453 79 3
                                    

Las semanas fueron pasando, todo había vuelto a una normalidad desesperante para Michael. Su madre finalmente había olvidado todas sus promesas sobre la ayuda psiquiátrica que él debía tomar y aunque aquello le desesperaba también, se había automedicado de una forma no muy sana.

No comía en casa, y en el establecimiento comía sólo de lo que Luke le daba y los fines de semana se juntaba con Ashton, Calum y Eloy a la mera ingesta de alcohol y luego era Eloy quien le iba a dejar a casa.

Sus deseos de vivir eran mínimos, su realidad literalmente se distorsionaba pero él no le daba importancia, después de todo, según los adultos era algo normal y totalmente superable.

Los únicos que le entendían eran Luke y Daniel, y con ellos era más que suficiente.

×

Era lunes, el profesor había llevado a los estudiantes a otro salón. Intentaba abrir la puerta con esmero sin embargo, al tener la mano izquierda ocupada con el libro de clases se le dificultaba un montón. Michael, quien quiso hacer un acto de caridad, le ofreció ayuda al profesor, este aceptó creyendo que el teñido abriría la puerta, este en cambio sostuvo y el libro y observó a su profesor con una sonrisa.

El profesor lo miró con mala cara y volvió a la ardua tarea de abrir la dichosa puerta. Cuando por fin lo consiguió todos entraron a empujones, Michael entró junto a Luke con total tranquilidad y se sentaron aún con el libro en sus manos.

El profesor comenzó a prender luces y pantallas pero los parlantes no funcionaban bien por lo que tuvieron que recurrir a otro salón. Volvieron a salir, Michael seguía con el libro.

─Creo que se ha olvidado del libro. ─Dijo Luke riendo, Michael negó.

Estaban todos en la puerta del salón observando como el profesor iba de un lado a otro con un rostro totalmente afligido, mientras que Calum Luke y Mike no paraban de reír.

─Ya devuelve el libro. ─Regaño Maddie entre risas, Michael sonrió tal cual niño inocente.

─Yo no se lo he quitado, él me los ha dado. ─Mencionó, Luke no aguantaba la risa y dejaba salir sonoras carcajadas.

Pasaron minutos y minutos en los que el profesor se afligía cada vez más preguntando a todos por el jodido libro y entonces un compañero finalmente dijo que Mike lo tenía.

El rostro del profesor estaba rojo, Michael sabía que era de rabia pero el hombre intentaba disimularlo con risas nerviosas.

Cuando entraron nuevamente al salón, Michael llamó al profesor con una voz inocente: ─Profesor, no olvide el libro.

MIKE IS A CAT (ฅ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora