Tercera Guerra Mundial

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Busqué el número de Yumu y al intentar llamarle me decía que el número se encontraba fuera del área de servicio. En el momento en el que lo bloqueé entró de inmediato una llamada de Ruiko.
Titubeé un segundo y después contesté.

Ruiko: ¿Izumi? ¿Amor?- sentí que el corazón se me hacía añicos y no supe por qué.- ¿Dónde estás? No te encuentro.

-Lo siento, me vine a la cafetería...decidí esperarte aquí.

Ruiko: Pero si ya estaba por salir...Bueno, ya ni modo, voy para allá. Tengo que contarte algo.

-No te preocupes, ya lo sé.- de inmediato me arrepentí de lo que dije, y sobre todo del tono en el que lo usé pero no pude hacer más.

Ruiko: ¿Lo sabes? ¿Qué sabes?

-Felicidades por tu papel, amor. Estoy orgullosa de ti.- casi me doy un golpe a mí misma al sentir una lágrima que salía de mi ojo. Él no respondió y me apresuré a hablar.- Oye, si quieres venir te pido un café de una vez. O ¿Qué te gustaría? Tenemos que celebrar la noticia.- intenté parecer animada pero ni yo me lo creí.- Igual y venimos otro día con más calma. De todos modos ya no me queda mucho café...- dejé de hablar y quería colgar porque comenzaba a irritarme.

Ruiko: Izumi.- dijo en un murmullo.

-¿Qué?

Ruiko: Voy para allá. No te muevas, ¿de acuerdo? Tenemos que hablar.

-Está bien, te espero. Cuídate.

De los nervios pedí otro café y así de caliente lo fui bebiendo, porque pensé que el nudo en la garganta se me podía quitar así.
Él me dijo "tenemos que hablar" y no lo dijo en tono bromista, ni en ningún tono amigable. Lo dijo tan serio como si me prometiera que fuéramos a terminar.

La puerta se abrió y fingí alegrarme al verlo. Sonreí todo lo que pude y me saludó con un beso en la mejilla. Luego se sentó a mi lado.

-¡Felicidades!- lo abracé y me sentí tan hipócrita que me arrepentí.

Ruiko: Izumi.-dijo serio.- No quiero felicitaciones, por favor.- no entendí su expresión.

-Te voy a pedir un café. El que pedí está muy bueno. Espera aquí.- me levanté pero me jaló de la mano y lo vi directamente a los ojos. Cosa que estaba evitando porque sabía que podía derrumbarme.

Ruiko: Después pediré el café. Por favor, siéntate.- no dejó de mirarme y tuve que mirar su cuello porque no podía seguir viéndolo.
Me senté y me amarré el cabello, esperando a que me dijera algo.

-¿Qué pasa?- lo descubrí mirándome fijamente.

Entonces se acercó a mi cara y me plantó un beso en los labios. Un beso lento, tierno en parte; un beso que me costó responder.

Ruiko: Tus labios están tensos.-dijo bajito mientras pegaba su frente con la mía.- Sé que estás enojada, y te lo voy a explicar.-

-No estoy enojada.- le acaricié la cara y me dolió deslizar mi dedo en su piel, pero hice un gran esfuerzo para tragarme la desilusión y para entender la situación que él estaba pasando.

Ruiko: Sabes lo de la obra.- asentí y sonreí.- Por favor, deja de sonreír, me lastimas.- mis ojos se pusieron como platos.- Odio tener que hacer esto. No quería pero la profesora...-lo interrumpí.

-Para, para, para. Recuerda que cursamos la carrera de actuación. Aquí no hay reglas. Tú y cualquier persona pueden actuar en cualquier obra, en cualquier telenovela o película. Lo mismo va para mí, y tenemos que hacerlo porque es lo que tenemos que hacer. Escogimos esto así. Yo entiendo lo que hagas. No tienes por qué hablarme como si te disculparas.- soltó el aire de golpe.

Enamorada de un celoso y hermoso pervertido |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora