Misión: Infiltración.

Ocho.

 No va a gritarle, por muy de los nervios que la esté poniendo frente a los agentes no va a gritarle. Ella no es así, es profesional y calmada, a pesar de sus escasos diecisiete años es muy madura y entiende lo que puede sucederle en cada momento y situación, como una buena agente de policía. En la académia es lo que más le decían, que era buena en esto por su temperamento. Sabía como actuar:

- Jack.. No deberías tratar así a tu sobrina, ha atrapado a un delincuente hace menos de quince minutos.

Margo mira a Steve y este le guiña un ojo, poniéndose entre ella y Jack para terminar con la discusión.

- Ha saltado del coche, le ha perseguido como un ninja y le ha tirado al suelo. El tío se ha partido el labio y tiene un par de rascadas por brazos y piernas. - explica orgulloso – Lo han llevado a comisaría justo antes de llegar.

Kono y su primo la felicitan pero Jack sigue con su pensamiento cabezota de no querer llevar a cabo la infiltración ni el plan que Margo dejó caer el otro día. Le da igual si esta bien planeado o si van a llamar a todos los agentes disponibles. Su sobrina no va a entrar en una discoteca llena de asesinos y mafiosos para volverse a ver con el imbécil que intentó violarla en la primera misión:

- Pensé que podrías actuar como una agente en un caso tan importante por primera vez, en una infiltración como esta, pero eres demasiado joven y primeriza. - suspira desganado – Me equivoqué, lo siento.

- ¿Lo sientes? ¡Puedo hacerlo!

Respira hondo y se tranquiliza para seguir hablando.

- Me he estado preparando tres malditos años, he sido la mejor de la clase en la académia y me he pasado toda una vida viendo como mi madre y tu salvabáis el mundo. ¿Y ahora qué, no puedo ser policía por que tienes miedo?

- ¿Miedo? - Jack da unos pasos hacia atrás – No tengo miedo, pero no eres lo suficientemente buena como para llevar un caso así. Mucho menos para ser el foco de atención.

La chica no dice nada más y su tío acaba saliendo por la puerta como un terremoto de nervios y agresividad, dejándola sola entre esostres agentes.

- No te preocupes, Margo. Se le pasará, - murmura Kono poniéndole una mano sobre el hombro – solo tiene que acostumbrarse.

- Va a volver. - Chin le sonríe antes de ponerse manos a la obra con la pantalla táctil.

Se lleva las manos a la cabeza e intenta no llorar. No le gusta discutir con su tío y que se marche así, le pone muy nerviosa. Y teniendo en cuenta que Steve la está mirando de arriba a abajo no se siente mucho mejor.. Después nota como se le acerca y le acaricia el brazo, como si la apoyara sin pronunciar una sola palabra.

- Ven.. Vamos a mi despacho.

Le acompaña y entran juntos para sentarse uno frente al otro en los sillones. No hablan durante un rato y Steve prepara un par de cafés para calmar el ambiente.

- Me recuerdas un poco a mi, ¿sabes? Yo era así cuando empecé en las fuerzas especiales, cuando solo era un crío de diecinueve años con aires de héroe. Un año antes de que tu nacieras.

Margo le mira, dando un sorbo a su taza.

- Tengo una foto contigo que ya ni recordaba.. La he encontrado esta mañana mirando un par de álbumes viejos.

Se levanta, camina hacia el otro lado del escritorio y saca una foto del cajón. Después se sienta de nuevo y se la tiende a la chica, que abre muchísimo los ojos y se echa a reír a carcajadas. No tendrá más de un par de semanas, cubierta por una manta blanca perfectamente bordada y un chico de veinte años cogiéndola en brazos mientras sonríe a la cámara.

- ¿En serio somos nosotros?

- Yo he pensado lo mismo. - ríe - ¡Estoy echo un desastre! Y tu..

- ¡Yo parezco un higo arrugado!

Mcgarrett no puede dejar de reírse hasta que escucha la otra parte de la frase, en la que Margo le dice que estaba muy guapo pero que ahora le quedan mucho mejor la placa y los tatuajes. La observa con una leve sonrisa y se da cuenta de que ya no se parece en nada a ese bebé que sostenía hace dieciocho años entre sus brazos. Si no la hubiese visto con su tío y que este les hubiese presentado ni siquiera creería que es menor de edad.