Treinta y siete

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 Sale a toda prisa de la casa, con la música a todo volumen y ganas de correr muy de prisa hasta la otra punta de la isla y volver. Necesita cansarse, dejar de pensar y acabar tan agotada que pueda ducharse y dormir un par de horas. A este paso acabará enfermando, y lo peor de todo es que no le importa en absoluto, es el resto del mundo el que intenta animarla y cuidarla pase lo que pase.

Cruza la calle y sigue, evitando una pareja de ancianos que vienen de dar un paseo matutino. Sonríen y se hablan con cariño el uno al otro, manteniendo viva la llama de un amor que seguramente empezara hace muchos años. Que bonito.. - piensa con ironía mientras gira la cabeza para ver el coche que la sigue, lleva haciéndolo des de que salió de casa - .

Frena en seco y se da la vuelta, quitándose los auriculares.

- ¿Podéis dejar de seguirme?

El coche patrulla también se detiene y los dos policías la miran fijamente con rostro cansado pero nervioso.

- El capitán Mcgarrett nos ha dicho..

- ¡Me da igual lo que os haya dicho! - grita descontrolada – El tío que me secuestró la primera vez está en la cárcel y el segundo muerto, ¿no véis que no hay de que temer? Estoy a salvo, joder.

- Señorita, nosotros solo cumplimos ordenes. Puede hablar con Mcgarrett si no le gusta.

Margo los mira unos instantes con gesto muy serio,después se pone los auriculares con sus temas favoritos sonando contra sus oídos, y sale corriendo aún más deprisa. Si tienen que cumplir ordenes lo harán a su manera.

Cuarenta y cinco minutos después llega exhausta a la puerta y el coche patrulla casi al mismo tiempo. Margo sonríe agotada y ellos salen algo cabreados, pero ocultando la adrenalina pura que les recorre las venas. Han perseguido a la chica por callejuelas, plazas y carreteras hasta volver a su casa.

- No has estado nada mal, ¿eh? Pero somos más rápidos.

- Vosotros váis en coche, no tenéis tanto merito.

Ambos la miran con una sonrisa pero se enderezan de golpe y sus semblantes cambia por completo. Steve Mcgarrett acaba de salir por la puerta y espera en el porche junto a Danny, que también parece serio. Ninguno de los dos sonríe y Margo no tarda en entenderlo, tiene que entrar en casa.

- Adiós chicos, gracias por el entretenimiento momentáneo.

Se da la vuelta al tiempo que los dos chicos, de no más de treinta, se despiden con un movimiento de mano muy ensayado. Lo sabe de sobras, ella también es policía. O lo era, al menos.

- ¿Por que has salido sin mi? Podría haberte acompañado.

Margo le mira directamente a los ojos y entra en casa saludando con un movimiento de cabeza a Danny, que la observa como si entendiera como se siente. Tal vez por que con su hermano mayor pasó algo similar, recuerda que se lo contó una vez no hace mucho.

- Tendré que ir acostumbrándome a estar sola, ¿no? Si vas a irte..

- Margo.. - entran juntos – Ya hemos hablado de eso.

- No, has hablado tu. Yo me quedaba mirándote como una idiota.

La pareja se mira unos instantes y después a Danny, que se despide con una excusa tonta para entrar en las oficinas del cinco-cero. La vida no se detiene por nada y los crímenes tampoco, tienen un caso entre manos y deben conseguir pruebas y un culpable cuanto antes. Solo ha venido a informar a su amigo para que pueda ayudarles.

- Llámame si me necesitas.

- Lo mismo digo, nos vemos esta noche.

Margo ni siquiera se queda para despedirse, subiendo las escaleras a toda prisa para escoger ropa y meterse en el baño. Se duchará, desayunará y leerá un rato los artículos que encontró por internet ayer. Esos módulos parecen serios, y después de todo lo que ha pasado ayudar al resto no estaría nada mal.

Misión: Infiltración.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora