Veintidos

197 15 1
                                    

Todo el equipo lo sabia, así que ya no tenia que esconderse. Vomitaba casi todas las mañanas, una nada bonita forma de empezar el día, y después desayunaba cualquier cosa con fruta y cereales que su estomago quisiese aceptar.
Steve ya se encontraba muchísimo mejor de la operación y salía a correr todas las mañanas un par de horas. El doctor dijo que, llegados a ese punto, el ejercicio físico era el mejor aliado. Por eso no fue nada raro la mañana que llegó hablando por teléfono, dispuesto a volver al trabajo.
- ¿En serio? ¿Y vas a dejarme sola?
Steve la mira un momento. Está escogiendo la ropa para irse a duchar.
- No, por que tu te vienes conmigo. Tu también trabajas allí, ¿recuerdas? Jerry necesita tu ayuda y llevamos un mes sin ir a trabajar. -sonríe de medio y añade- Además, todavía no estás tan gorda como para pedir la baja.
Le da un beso en la frente y se mete en el lavabo. Margo espera, quieta en la misma posición. Lo que en otro momento la hubiese descolocado por completo ahora solo la obligaba a mirarse al espejo y sonreír. Ya empezaba a notársele barriga.
- Pero Steve, no se lo has preguntado al doctor... Que por fuera estés bien no significa que por dentro tu cuerpo no siga luchando por mantener ese riñón en su sitio, ¿sabes?
Está allí, parada frente a la ducha, con los brazos cruzados y el ceño fruncido. No le gusta la idea, para nada. Y no porque ella tenga que volver, sino por Mcgarrett no sabe hacer su trabajo a medias. Pararía una bala con su propio cuerpo para salvar a cualquiera.
Steve se asoma por un lado de la cortina y sonríe. Tiene champú en la cabeza y le resbala por un lado de la cara.
- Oye, que no pasa nada. En serio.
Margo trata de luchar contra las ganas de llorar, pero es imposible. Jodidas hormonas.
- No quiero tener que volver a pasar por lo mismo que el mes pasado, ¿vale? No quiero que te mueras y nos dejes solos.
Se frota la barriga y Steve la mira de arriba abajo, ya no le importa parecer vulnerable frente a él. Son familia. Más que nunca.
-Ven aquí, anda.
Le pide que se desvista y la invita a entrar con él en la ducha. Le enjabona el pelo y el cuerpo, recreándose en zonas que la hacen gemir y olvidarse del mundo. Steve sabe como hacerlo. Y, aunque seguro que llegan tarde, ella también lo acaricia bajo el agua y le besa con tanta pasión como puede transmitirle. Quiere que lo sepa, que lo sepa de verdad.

Son más de las once cuando llegan a la oficinas, pero nadie dice nada. En realidad, Mcgarrett pasa a ser totalmente un segundo plano porque la protagonista son Margo y su barriga incipiente. Todos se fijan en ella y quieren tocarla y preguntarle. Empieza a acostumbrarse y no le parece ni tan raro ni tan malo.
- Bueno, tenemos trabajo. Contadme.
El equipo se pone manos a la obra y ella recorre los pasillos en busca de Jerry, tiene ganas de verlo y de ponerse al día. Aunque en casa se está muy bien, también echa de menos estar con el cinco-cero. A la escuela no sabe aún si volverá, tal vez dos trabajos sean demasiado. Aunque así podría practicar para cuando fuese madre, que no faltaba tanto.
- ¡Eh! -Jerry la ve entrar y sonríe con ganas- ¿Como está mi embarazada favorita?
- ¿Conoces a muchas otras?
Jerry se ríe.
- De tu edad, no.
- Ouch.
Se abrazan mientras ríen.
- Bueno, si. Estoy obligada a venir porque Steve ha vuelto al trabajo. Ponme al día.
- Ahora mismo, señorita. Aunque, yo de ti me sentaría, tengo para rato.

Dos horas después, Jerry seguía hablando y mostrándole documentos y fotos de una red de tráfico de armas y drogas más complicada y grande de lo que pensaban en un principio. Los mismos que provocaron el accidente de Steve y Danny.
A Margo le da mala espina, ya sabe lo que es tratar con gente así y siempre aparece algo peor cuando creen haber acabado con el problema. ¿Y si vuelven a secuestrarla? ¿Y si muere alguien? ¿Y si ahora no es solo un accidente? Las ganas de llorar aparecen de nuevo, pero consigue retenerlas.
Solo tiene que respirar...
Respirar...
Respirar...
Jerry parece saber por lo que está pasando y le tiende la mano para que la coja.
- Ven, anda. Vamos a comer algo. Una embarazada no puede estar tanto rato sin alimentarse.
Margo sonríe y se levanta.

Misión: Infiltración.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora