Veintiuno.

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 El sol aparece por la ventana al mismo tiempo que los enfermeros entranen la habitación de su tío para cambiarle los vendajes y hacerle unpar de pruebas más. Ella espera acurrucada en el sillón con una de las mantas que cogió ayer, le apetece desayunar pero no va a bajarsola hasta el comedor. Aún no sabe nada de la redada de ayer en losalmacenes y si han cogido o no al hombre que quiere acabar con ella.

Cuando vuelven a marcharse los médicos y enfermerosJack mira a su sobrina y sonríe, ella también lo hace, intentandoque no se note lo nerviosa que sigue estando y lo poco que hadormido. Ha cada ruido que escuchaba se despertaba de golpe, contaquicardías y la mano en el pecho:

- En un par de horas saldremos de aquí, tengo que hablar con Kono.

Margo asiente sin decir nada más y espera. Elcinco-cero no tarda mucho en llegar, y lo hacen acompañados delcapitán Mcgarret, que ya se ha vestido y ha firmado su altavoluntaria añadiendo que no podía esperar en esa cama de hospitalni un segundo más. Es todo un terremoto.

- Necesitamos hablar con vosotros, - dice Chin – sobre Patrick.

La mano derecha de Patrick, el tipo con el que estuvo hablando Lou, está entre rejas. Vigilancia veinticuatro horas, pero de momento no quiere hablar. Va a costar que lo haga, pero tenemos que seguir intentándolo.

- ¿Entonces no sabéis nada?

- El punto de ayer era una trampa, no se de quien pero lo era. - dice Kono muy convencida – Aun así conseguimos coger a bastantes tíos, algunos seguro que nos dicen algo sobre su capataz. No todo el mundo es tan difícil de comprar.

Se quedan callados durante un rato, luego llegan losmédicos para darle el alta a Jack y pueden irse a casa. Les acomapañan dos coches de la secreta para que nadie puedareconocerlos y Margo no dice nada en todo el camino, no le apetecedar a entender lo que ya todos saben. Su mundo se está viniendo abajo por minutos, en cuanto se de cuenta su tío le dirá que vuelvea Nueva York y se aleje de todo esto. ¡Ni siquiera sabe si sirve realmente para esto!

Chin la acompaña hasta la entrada junto a cuatroagentes más que miran de un lado al otro constantemente paraasegurarse de que la calle está vacía. Suben las escaleras unasveinte personas y eso no hace más que agobiar más a Margo, que entra en el piso seguida por Lou, Chin, su tío y algunos agentes:

- Todos estamos a tu entera disposición, y del agente Jack. Pero estos hombres estarán aquí durante las veinti cuatro horas. - Chin les señala – Y algunos más se moveran por la zona sin ser detectados.

- No hace falta, Chin. Mi sobrina se va en el avión de las once de esta noche, no voy a dejarla en esta isla durante más tiempo. Tengo unos amigos en el FBI que pueden llevársela sin que corra peligro.

Todos miran a la chica y ella traga saliva y agacha lacabeza, sin pronunciar palabra. Steve llega en ese mismo instante con Danny, que se acerca para saludarla y preguntarle como se encuentra. A él no le ha visto en todo el día, y al parecer Grace hapreguntado por su estado un par de veces.

- Ya podéis iros, - murmura Jack – nos apañamos solos por aquí.

Margo y Steve cruzan sus miradas por una milésima desegundo, después ambos se giran hacia lados diferentes. Todo elmundo se mueve y el salón del piso se queda únicamente con trespersonas. Dos agentes especiales y Jack. El silencio vuelve a reinaren ese reducido espacio.

  Se levanta sobresaltada, sudando y contaquicardias, casi cayendo de bruces al suelo del susto. Acaban dellamar a la puerta, la de su habitación, y fuera ya ha anochecido.Sale sobresaltada de la cama y coge lo primero que encuentra con loque poder defenderse. Luego le pide a la persona que pase:

Misión: Infiltración.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora