Veintidós.

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4 días, 13 horas y 24 minutos desaparecida;

  Vuelve a comprobar los e-mails, mensajes de texto, archivos.. Nada. Dosequipos de catorce hombres se han desplegado por el aeropuerto paraencontrar algo que les ayude con la investigación. Lou y Chin llevanmás de dos horas interrogando a Patrick y su mano derecha, demomento no han llamado ni se sabe nada de ellos pero tienen queconseguirlo. Algo tienen que saber esos hijos de puta.

La puerta del despacho se abre y el ruido que hace llama la atención deSteve, que levanta la vista hacia Kamekona, sonriente y con su habitaul camiseta para promocionar su puesto de gambas en la playa.

- ¿Que pasa, socio? - se acerca a la mesa y añade – Uf.. ¿Cuanto hace que no pasas por casa?

- Eso no importa, ¿sabes algo? ¿Alguien de tu entorno sabe algo?

Niega y se cruza de brazos.

- Nada, hermano. De momento no tengo nada, pero mi primo está preguntando por ahí, tiene algunos contactos que a lo mejor pueden conseguir información.

- ¿Sin levantar sospechas?

- Ni una sola.

Kamekonase siente en una de las sillas frente al despacho, un tipo enorme ycorpulento que parece acomodarse en un sillín de mentira. Steve le mira unos segundos sin mediar palabra y sigue a lo suyo, enfrascado en ese portátil que tan poco le está ayudando en estos momentos. Nisiquiera el gobernador ha sabido decirle algo claro, aunque ya le ha dicho que estará para lo que necesite. ¡La necesita a ella, joder! ¿Es que nadie se da cuenta? Jack no le ha dicho nada, no se imagina el mal trago que está pasando. Se pasa las horas metido en casa haciendo llamadas y tomando pastillas para conciliar el sueños. Todos están fatal.

- Si necesitas cualquier cosa no dudes en llamarme, ¿vale?

- Vale, si. No te preocupes.

4 días, 18 horas y 4 minutos desaparecida;

  Hecha la cabeza hacia atrás, mareada, aturdida y con ganas de vomitar.Casi ni ve de la cantidad de sangre que le baña la cara, respira con dificultad y le tiemblan las piernas por la adrenalina. No ve nada, absolutamente nada y no puede dejar de llorar. Solloza en silencio para que no la oigan y decidan entrar de nuevo, antes de la cuenta, para volver a pegarle. Lleva.. ¿Cuanto? ¿Tres días sin salir deese cuchitril sin luz? No sabe cuando es de día, cuando de noche.. Ha escuchado llover un par de veces, truenos enormes que zarandeaban todo el piso, pero aparte de eso.. Nada. Ni ruidos, ni cadenas, ninada que pueda ayudarla a escapar de dios sabe donde.

Resopla y lo intenta de nuevo, se hace daño pero tira con fuerza de losgrilletes sin hacer mucho ruido. Se rasca las muñecas y siente lasangre caer por sus dedos hasta el suelo, goteando poco a poco hasta llenar los alrededores lentamente. Solloza, se muerde el labio inferior con fuerza y acaba deteniéndose – como las otras tantasveces – del dolor que la recorre por dentro. Un dolor que en nadaiguala al emocional, a la sensación de echar de menos a su tío, elsol, la playa, el sonido de las olas des de la ventana de suhabitación.. Y a Steve; a él y todo lo que le rodea, sus ojos, susonrisa, la forma que tiene de reír.. Su cuerpo, como se veía queriendo rescatar a todo el mundo, haciendo de héroe.. Y ahora a laque no puede rescatar es a ella.

6 días, 2 horas y 45 minutos desaparecida;

- ¡No puedo más! ¡Joder, no puedo más!

Le da una patada a la mesita del comedor y parte una pata, cae de lado yvuelca las dos cervezas que hay encima. El suelo se pone perdido deespuma y Danny mira al moreno con el ceño fruncido, todo el mundoestá muy tenso y preocupado, él también, no puede negarlo, peroSteve.. Conoce a su compañero, son seis años juntos y, a pesar delo frío y calculador que puede ser a veces esta vez es distinto:

- Sientate de una vez y cuentame lo que pasa.

- ¿A que te refieres?

- Venga, va.. Que no soy idiota.

Coge un par de servilletas y recoge el estropicio, con la mesita no puedehacer nada y la deja a un lado. Tira los dos botellines a la basura y cuando vuelve Steve está sentado en el sofá, con los codos apoyados en sus rodillas y con la cabeza agachada. Parpadea unos instantes y resopla, decidiéndose. Ya no hay marcha atrás.

- Ven, tengo que contarte algo muy importante.

Misión: Infiltración.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora