Cuatro.

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 Abre los ojos mientras se retuerce entre unas sábanas y se descubre en su habitación, en la cama de matrimonio que ya venía con el piso. Las cajas que no llegó a desempaquetar siguen allí y oye ruidos al otro lado de la puerta, en el comedor.

Se levanta y sale de allí aún con el vestido de la noche anterior puesto - y roto -. Sus tacones están tirados al lado de la puerta y cuando pasa por el baño intenta no mirarse, debe estar echa unos zorros.

- La recuerdo con mucho cariño..

- Yo también, mi hermana era una auténtica mujer Hawaiiana. Y una estupenda policía.

Los encuentra a ambos sentados en el sofá viendo un álbum de recortes y fotos sueltas. Su tío Jack y Steve Mcgarrett lo han ordenado casi todo en el piso y ahora parecen buenos amigos recordando viejos tiempos, como si tuviesen la misma edad. Aunque es imposible porque Jack está a punto de cumplir los 45 y Steve no tendrá más de 38.

- ¿Que hacéis?

Los dos levantan la vista a la vez.

- Hombre.. Estás despierta. - sonríe Jack - ¿Has dormido bien?

- Sí.. O eso creo.

- Normal, has dormido más de nueve horas.

Abre mucho los ojos y se lleva las manos a la cabeza, haciéndose un moño rápido para comer algo, pero la nevera está vacía y su tripa también. Cierra de nuevo el refrigerador y se da la vuelta, observando de reojo cómo Jack y Mcgarrett siguen hablando de su madre, de la que no ha hablado en casi seis años. Y de su padre mucho menos, por que tampoco le conocía lo suficiente como para atreverse a decir mucho de él:

- Voy a la ducha, tengo que quitarme este olor a humo de la piel.

- No tardes mucho, Steve nos ha invitado a comer.

Ni siquiera se gira, pero asiente con la cabeza y se mete en su cuarto para coger la ropa antes de ir al baño. Frota bien porque se siente sucia al recordar lo cerca que estuvo ayer de maldecir haberse hecho policía. Si no hubiese estado esa ventana abierta... Si no hubiese tenido el coraje de enfrentarse a Patrick... 

Sale veinte minutos después con una blusa de mariposas, vaqueros cortos y unas sandalias. Se deja el pelo secar el viento y éste se le riza, formando unas ondulaciones muy graciosas que le encantan a su tío porque siempre dice que le recuerda a cuándo era pequeña.

El ambiente en la costa es divertido y relajado, con un montón de niños corriendo de un lado para el otro con sus familias, grupos de chicos y chicas de su edad paseando y comiendo en las mesas de los jardines que rodean la playa y el paseo marítimo y algún que otro perro travieso que choca con ellos. 

Llegan al puesto de comida rápida y gambas de Kamekona y el hombre, enorme, pero de rostro simpático, sale a saludarles con un abrazo:

- ¡Jack, cuánto tiempo!

- ¡Kamekona, estás echo todo un empresario!

- Era mi destino, Jack. Ser el mejor cocinero de gambas y comida rápida de la isla - mira a Margo y sonríe, tendiéndole la mano -. ¿Y esta preciosa señorita quién es?

- Margo Henson, la sobrina de Jack.

Kamekona le besa el dorso de la mano y vuelve a sonreír, fijándose en Jack mientras piensa de quien puede ser hija, porque tiene una leve idea por la forma de la cara y el color de sus ojos. Se parece muchísimo a la hermana de Jack, que murió hace años en una redada policial. Lo recuerda perfectamente.

- ¿Y.. Vas a quedarte mucho por aquí, guapa?

Margo no contesta, está demasiado impresionada y su tío ya lo hace por ella.

- Kamekona.. - ríe – Solo tiene diecinueve años.

El hombre empalidece y se aparta de ellos para ofrecerles una mesa a pocos metros, sin darse cuenta de que Steve también ha abierto muchísimo los ojos, sorprendido, pensando que tendría más edad. Veintiuno, por lo menos. Para nada parece una menor de edad.

- ¿Que pasa chicos?

Danny, el hombre rubio y bajito al que ya conoce de ayer, aparece con su habitual sonrisa y se sienta al lado de Jack, dejando a Steve y Margo juntos en el mismo banco.

Comen arroz tres delicias, patatas fritas, gambas al ajillo y pasadas por la plancha. Beben batidos, zumos tropicales caseros y algún helado para el final. Lo pasan bien y se ríen todo lo que pueden, relajándose. Danny y Steve tienen una amistad muy única y divertida, cosa que le recuerda a su mejor amiga en Nueva York, a la que no llama desde que se mudó:

- Por cierto, - susurra - ¿habéis averiguado algo sobre el caso?

- Luego hablamos de eso, Margo. Ahora estamos intentando disfrutar de un bonito día.

Eso no es bueno, pero prefiere pasar de ello y dejarse llevar por las risas y la conversación. Seguro que al llegar a casa su tío Jack se lo explica todo y le enseña pruebas. Está emocionada por que eso pase, a pesar del susto de anoche y la caída ahora se encuentra mucho mejor y con ganas de seguir trabajando. Demostrarles que, en un par de casos más, podrán confiar en ella para que sea una de las figurantes del grupo.

Se levantan de las mesas para encontrarse con los primos; Conno y Chin. Le pagan a Kamekona toda la comida y se disponen a pasear un rato hacia los coches para irse a la central de policía y el cinco-cero. 

Margo acaba en el asiento del copiloto del coche de Steve.

- ¿Y.. De momento te gusta la isla?

- Sí, no está mal. Sol, playa, el cinco-cero..

- Eres igual que tu madre, ¿eh? Soñando con ser policía a toda costa.

- Agente especial, si puede ser. Sí.

Hablan un rato más sobre la policía y los años que ha estado Steve de servicio y en el grupo que tiene ahora. Hace ya cuatro años desde que se unió, y ahora son más fuertes que nunca, al parecer. Des de Nueva York ya ha escuchado y visto algunas noticias sobre ellos. Sobre todo, cuando descubrieron quién había matado a las seis mujeres colombianas con heridas de arma blanca por todo el pecho y arrestado a los culpables en menos de 48 horas. Fue increíble.

- Mi tío me ha echo un favor muy grande con la infiltración, ¿sabes? En Nueva York nadie me ha dejado trabajar de esto, ni siquiera almacenando papeles o haciendo guardías nocturnas.

- ¿Por la minoría de edad?

- Exacto - murmura –. No entiendo porque me dejaron entrar en la academia si luego no me dejan trabajar de ello. Soy una de las mejores de mi año.

Steve sonríe al momento, negando con la cabeza.

- Los cumplías en enero, ¿no? A finales, creo recordar.

- ¿Como lo sabes?

- Tengo una foto tuya de cuando eras pequeña, Margo. No tendrías más de dos semanas y seguías en el hospital, me parece que fuiste prematura y pasaste una temporada en una incubadora.

Margo abre mucho los ojos y se echa a reír.

- ¿En serio? No sabía que nos conocieramos de tanto.

- Te vi un par de veces más a parte de esa, pero tampoco éramos íntimos - sonríe entristecido –. Tus padres me caían bien.. Eran Ohana para mi.

También para ella, sobre todo la morena de pelo corto y ojos castaños que se vestía siempre de oficial y la llevaba al parque después de sus turnos, da igual lo cansada que estuviese o lo poco que hubiese comido ese día. Ante todo era una buena madre.

Su madre.

Misión: Infiltración.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora