Treinta y séis

595 40 1
                                    

 Vuelve a llover, una tormenta aún más fuerte y larga que la del díaanterior. Steve y Margo hablando en la cama, con una película defondo a la que ninguno de los dos presta atención, tienen cosas másimportantes que aclarar ahora mismo. Aunque no pueden luchar contralos pensamientos cariñosos con los que recuerdan la primera nocheque pasaron juntos:

- También llovía muchísimo..

- Sí, y tu te metiste en mi cama. - sonríe pícaro mientras revuelve los papeles.

Margo ríe y enarca una ceja.

- Y tu me dejaste..

- En eso tienes razón.

Se besan un momento y siguen leyendo e inspeccionandotodos los documentos que mañana tramitarán en el banco para lafortuna que su madre y su tío Jack le han dejado sin ni siquieraella saberlo. Más de ciento ochenta mil dolares.. Aún no puedecreerlo, y la muerte de su tío o el echo de tener que vivir conSteve sabiendo que su ex novia, con la que estuvo a punto de casarse,esté todavía en la isla tampoco. Una parte de ella desearía nohaber vuelto nunca, pero ahora ya no puede hacer nada para cambiarlas cosas, es demasiado tarde.

- ¿En que piensas? - susurra de repente.

- En.. Todo, supongo. Tengo que pagar el entierro de Jack y ni siquiera se como van estas cosas.

Steve la mira unos segundos con gesto serio, pensativo,y ordena todo el papeleo para meterlo en las carpetas. Las deja sobrela mesita de noche y vuelve a mirar a su chica para abrazarla ytaparla con las sábanas, luego apaga la tele y la luz paratranquilizarla y hacerla dormir. Es lo que ambos necesitan.

   4 días más tarde..

  Las más de cincuenta personas que hanasistido en ese día tran gris y triste caminan hacia la puerta derejas negras mientras Margo siente que no puede moverse, las piernasno le responden y las lágrimas no han dejado de salir des de quesalió de casa esta mañana. Ni siquiera se ha maquillado y lleva unacoleta que le quita todo el pelo de la cara para no tener quepreocuparse, lleva días sin peinarse.

Steve se ha alejado para hablar con algunos de lospolicías invitados, y sus compañeros del cinco-cero han decidido dejarle espacio. Todo esto se le está haciendo muy difícil, y tras cumplir los dieciocho ni siquiera ha celebrado su cumpleaños. Estees, realmente, el peor año de su vida.. ¿Como va a querer hacerfiesta si lo único que le quedan son ganas de poder marcharse consus seres queridos?

- Margo.. - susurra una voz de mujer a su espalda.

Es Katherine, que ha decidido venir también comoprotección y para ayudarla en todo lo que necesite. O al menos es loque ya le ha comentado un par de veces con una sonrisa fingida. Tieneuna cara dulce aunque dañada por el paso de los años y el trabajotan agetreado y peligroso que tiene, eso no puede negarlo nadie. Sino fuera por gente como ella las cosas irían mucho peor en Hawaii y el resto del mundo.

- ¿Sí?..

- ¿Necesitas algo? - le pone una mano sobre el hombro - ¿Café, algo de comer..? Estás un poco pálida..

Le tiende un pañuelo y ella lo coge agradecida conmedia sonrisa, después niega y vuelve la vista a la caja de maderaoscura en la que yace su tío. Solo quiere que vuelva, que se levante de allí y le eche bronca, gritando como un histérico como la vezque le dijo que estaba con Steve y las cosas se fueron al traste. Daría tanto por no haberlo echo nunca y poder pasar con él lasúltimas semanas de vida..

- Vamos, deberías salir de aquí.. Ya no hay nada que hacer.

Las palabras de Katherine son cariñosas y suaves comolas anteriores, pero no le gustan. No se fía de ella y no va ahacerlo, no después de su aparición en casa de Steve y lo que este le ha contado muy por encima de su relación. Su chico no es hombrede muchas palabras y no parece gustarle hablar de ese tema enconcreto, al parecer.

Misión: Infiltración.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora