Dieciocho

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  Patrick sonríe victorioso y mira a su presa. Magullada. Cansada. Llena de sangre y cortes. Se lo ha pasado bien con ella, es una chica muy guapa a pesar de todo, pero cuando el cinco-cero le facilite todo lo que ha pedido tendrá que... Matarla.

- Tus amigos son buena gente, ¿eh? No han dudado ni un momento en hacer todo lo que yo quería. Tendré mi dinero, un helicóptero, pasaporte falso... Todo y más.

- Vete al infierno. – escupe con rabia. Le cuesta hablar con la boca llena de sangre. – No vas a conseguir nada de lo que quieres.

Ni siquiera puede levantar la cabeza de lo mucho que le duele todo el cuerpo y sus pocas fuerzas se concentran en respirar y mantenerse consciente. No puede dejarse ir ahora... Abandonar. Steve, Danno y el resto tienen que tener un plan. Lo sabe bien.

- Ay... Margo... Margo... - susurra – Pero no te enfades... ¡Voy a ser millonario otra vez! ¡La vida me sonríe!

Da una palmada con fuerza al aire y le levanta la cara a Margo con fuerza, apretándole las mejillas y acercándose mucho a su rostro para susurrar y que le escuche.

- Voy a lavarte un poco, guapa. No querrás que tus amiguitos te vean tan sucia, ¿no?

- Ni se te ocurra tocarme.

- Tranquila, no tengo tiempo ni ganas para empalmarme ahora mismo. – sonríe con malicia – Tengo más ganas del dinero que de ti.

Sin desvestirla, le echa agua fría por todo el cuerpo y le frota las heridas y cicatrices, que aun sangran un poco. Entre quejas e insultos pasan los minutos, no sabe cuántos. Mientras, el cinco-cero y la policía – junto a Stefan – consiguen todo lo necesario para el intercambio. Patrick no lo ha dejado claro, pero Mcgarett sabe a ciencia cierta donde va a pasar. Que va a pasar. Que es lo que va a hacer.

- Ya está. – dice cuando acaba – Estupenda para la cita.

La levanta, la zarandea y sonríe con ganas. Como si fuese una cita de verdad. Como si no fuese a matarla en cuanto tuviese lo que quiere.

Salen de la cabaña y caminan. Patrick llama con su teléfono vía satélite a las oficinas del cinco-cero y manda las coordenadas. Son exactas. ¿Cuánto tiempo debe haber estado planeando todo esto? ¿Des de que entró en la cárcel? No parece ser algo pensado en dos minutos.

- Ya queda poco. – le dice, tirándola del brazo con fuerza.

Se tropieza y cae de bruces, dándose de cara contra el suelo, sin poder poner las manos porque las tiene atadas. Se llena de tierra y grita, dolorida, mientras Patrick la levanta y le grita que es demasiado torpe como para haber sido policía. Agente especial, más bien. ¿Cómo pudo ser ella la que lo pillara la primera vez?

- Una niñata de diecinueve años, joder. Diecinueve años... - murmura – Podrías haber tenido una vida larga y feliz.... Podrías haber encontrado un novio, haberte casado... Un trabajo tranquilo... Hijos, quizá.

Sigue con el monólogo unos minutos más, hasta llegar al claro en el que han quedado, no parece haber nadie en los alrededores. Nada por ninguna parte. Solo un helicóptero vacío, preparado para ellos. Pero Margo tiene una premonición, un pálpito. Conoce a Steve casi más que cualquier otra persona, sabe como piensa porque ella piensa igual, así que tiene que estar por alguna parte. Así que, mientras Patrick sigue hablando sobre todo lo que pudo ser y no fue, ella piensa rápido.

- ¡Dispara! – grita con todas sus fuerzas mientras se tira al suelo.

Silencio por un momento, y al siguiente, un disparo. Patrick no es consciente de lo que pasa durante sus últimos segundos de vida, y seguramente tampoco llegase a enterarse de haber muerto hasta subir al cielo y ver de frente al señor. Al menos, y aun después de todo lo que le ha hecho, le alegra que no sufriera.

Sigue tirada en el suelo cuando empieza a escuchar que un montón de policías se acercan rápidamente a ella. Por lo que dicen, como lo dicen, y como se mueven puede reconocer a los del cinco-cero, la policía y el FBI. Una misión difícil, no solo por ella, sino porque – aparte de Patrick – hay muchos presos fugados aún.

- Están en una especie de casa a unos cuatro kilómetros. Hay más de siete presos. – explica cuando la levantan – Están allí.

Los agentes, a los que no conoce, se miran un momento y asienten. La misión no termina para ellos, pero para Margo esto significa el final de muchas cosas.

Kono aparece corriendo junto a su primo Chin y Danno, y se abraza a Margo como si le fuera la vida. Está llorando, realmente asustada. Ahora que todo ha pasado para la morena los integrantes del cinco-cero dejan fluir todas sus emociones.

- Menos mal que estás bien...

- ¿Te ha hecho algo? – pregunta Danny al ver todas sus magulladuras - ¿Qué ha pasado, Margo?

- No me ha... - se atraganta y tose – No me ha tocado. Solo pegado... - vuelve a toser y se apoya en el cuerpo de Chin, que la abraza mientras Konno le quita los amarres de las muñecas – Dios, me duele todo el cuerpo.

La llevan hasta la ambulancia que han traído para intervenciones. Allí la atienden con sumo cuidado mientras los agentes de policías, algunos de los miembros del cinco-cero y los del FBI buscan al resto de fugitivos por la zona que les ha dicho Margo. Tienen que estar ahí... No han podido escapar tan rápido si Patrick no les ha avisado de nada...

- ¿Cómo te encuentras? – pregunta una voz conocida de repente.

Mcgarrett aparece vestido de negro. Completamente. La mira con seriedad de arriba abajo, examinándola. Los cortes, los moratones, el barro y las ramas por el pelo... Está realmente mal. Es indiscutible.

- Creo que no tengo nada roto... - sonríe de medio lado – Ya es algo.

- Pues sí.

Se cruza de brazos sin cambiar el gesto frío y dolido. Nervioso.

- Lo siento. – murmura al fin. – Siento todo esto.

- No es culpa tuya, Steve. Patrick me la tenía jurada des del año pasado y, al salir de la cárcel, fuiste tu el que me previno de lo que podría hacerme.

- Pero no estuve allí para evitarlo.

- Has disparado, Steve. Lo has hecho. – se levanta de la camilla y baja de la ambulancia – Has impedido que me matara. Porque es lo que iba a hacer.

Se abrazan con fuerza sin decir nada más. No hace falta. Y durante más de cinco minutos permanecen allí, inmóviles, abrazados en silencio entre todo el ruido que hacen los paramédicos, la policía, el bosque...

- Voy a marcharme. – susurra Margo al final.

- Lo sé. – la aprieta un poco más fuerte – Sé que es lo que necesitas.

- No puedo seguir en la isla, yo no...

- Te quiero.

Los sollozos de Margo se hacen presentes de golpe, sin poder pararlos, y se desahoga contra el pecho de Steve mientras el le acaricia el pelo y la espalda. Es raro, pero pase lo que pase de aquí en adelante, Margo sabe a la perfección que Steve siempre será casa. Des de que se conocieron, incluso antes de que ella se acordara, hubo una chispa. Conectaron. Y eso va a seguir siempre siendo así, aunque pongan toda la tierra del mundo de por medio o uno de los dos se mude a la luna.

- Yo también te quiero. Mucho.

Misión: Infiltración.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora