Nueve.

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 Es increíble. No entiende como ha podido acabar cenando en un japonés con Margo mientras le enseña a comer con palillos. Ella se echa a reír, no le sale y eso la desquicia. Cosa que le hace reír aún más, llevándose las manos a la nuca para masajearse.

Se han bebido una botella entera de vino entre los dos y ya ha pasado un grupo de hombres trajeados dos veces observando descaradamente a Margo, que lleva un vestido de vuelo corto con un escote que le queda perfecto. Cosa que no deberían estar pensando, y él tampoco.

- Eres menor, no puedes beber alcohol, lo sabes, ¿no? Podría detenerte ahora mismo.

- No puedes.. Soy policía. No se detiene a una policía que bebe vino.

- Tu no eres policía..

Margo se hace la sorprendida para luego echarse a reír. Está un poco bebida.

- Ya tengo el título.. Solo me queda que alguien me consiga un trabajo. - suspira, dándole un trago a su copa – Pero, claro.. Como soy menor..

Ese valde de agua fría vuelve a caer sobre su cabeza pero intenta no hacerle mucho caso, se lo está pasando bien y no quiere estropearlo. Margo es una chica adorable y divertida, no es ilegal cenar con alguien así, aunque solo tenga diecinueve años.

Mira el reloj y se sorprende, es más tarde de lo que pensaba y si siguen allí van a acabar pidiéndose otra botella. Levanta la mano para que uno de los empleados venga y pide la cuenta:

- ¿Ya? ¡Ni siquiera son las doce!

- Es tarde, Margo.. Debería llevarte a casa.

Paga el porcentaje total y la ayuda a levantarse, poniéndose tras ella para que los imbéciles de antes no le miren el culo hasta la puerta. Al salir caminan un poco y se suben al coche. No ha aparcado muy lejos y Margo no se ha puesto los típicos taconazos de aguja que llevan la mayoría de las mujeres con las que ha salido antes, eso mejora la situación.

- No quiero ir a mi casa, Steve.. No con mi tío. - suspira – Ya sabes lo cabezota que es y seguirá enfadado.

- ¿Y que quieres quedarte en la calle toda la noche?

- Lo prefiero, antes que volver a escuchar sus gritos durante horas. No me apetece en absoluto.

Cruzan la calle cuando el semáforo cambia a verde y Steve se pasa el resto del viaje pensando en lo que le ha dicho y lo mucho que conoce - o conocía - a Jack cuando trabajaron juntos hace años. Era mucho menos comprensivo y simpático que su hermana, de eso no hay duda.

Detiene el coche en una calle poco concurrida y a esas horas vacía y apaga el motor. Margo le mira deshorientada y le sigue cuando baja del coche:

- ¿Que hacemos en tu casa?

- No voy a dejarte durmiendo en la calle. ¡Vamos!

Sonríe, siguiéndole hacia el interior, donde enciende las luces y recuerda el sofá en el que durmió hace unos días, cuando se conocieron. Parecen haber pasado muchas cosas des de ese momento. Llegan a la cocina y Steve le ofrece un vaso de agua para que mañana no se encuentre tan mal, dando por seguro que tendrá resaca:

- No estoy borracha, ¿eh? - se ríe – Ser menor no significa emborracharse con solo oler el alcohol.

- Tu no solo lo has olido, Margo, te has bebido una botella casi entera de vino.

- ¡Y tu conmigo!

- Yo solo me he bebido dos copas.

- Ya, claro.. - murmura con una sonrisa.

Se bebe el vaso entero y sale de la habitación para ir al baño. Al volver se encuentra a Steve preparándole un par desábanas en el sofá para que pueda pasar la noche.

- Gracias.. - sonríe.

- Que descanses, Margo. Nos vemos mañana.

Misión: Infiltración.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora