Cuatro;

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 Blusa de flores, tejanos y unas sandalias, no quiere ir demasiado arreglada. Está nerviosa, como si fuese la primera vez que le ve o que queda con él. ¡Es Steve! Dios santo, ¿cómo va a sentirse así cuando han estado juntos, vivido juntos y pasado tantas cosas? La imagen de su tío, las veces que ha estado a punto de morir y su larga pero intensa trayectoria policial vuelven a su mente. ¿Cómo pueden haber sucedido tantas cosas en algunos años? Si se lo hubiesen dicho al cumplir los dieciocho y pisar esa isla no se lo hubiese creído. Y, probablemente, se hubiese vuelto a tiempo para que no sucediese. 

Aparca frente a la casa de Steve y se plancha la blusa con las manos antes de picar al timbre. Steve no tarda en abrir, con una sonrisa de medio lado y un paño de cocina colgado al hombro: 

- Siempre tan puntual -la deja pasar con aire teatral y cierra- ¿Has llegado bien? 

- Sí, perfecto -sonríe- He traído vino. 

Lo saca de la bolsa mientras camina hacia la cocina, que ya se conoce. Las cosas por allí no parecen haber cambiado esos ocho meses. ¿Habrá cambiado Steve o lo que pensaba sobre ella cuando se fue? 

- Huele genial... -se sienta en uno de los taburetes. 

- Estoy haciendo fideos con verduras y salsa de soja, espero que sepan igual de bien de lo que huelen. 

Margo sonríe y le observa, a veces le cuesta creer los muchos años que les separan. Él cuarenta y dos y ella a penas a salido de la adolescencia, aunque mental y emocionalmente sea muchísimo más mayor de lo que su carné de identida indica. Steve lleva unos tejanos cortos desgastados y una camiseta de tirantes gris, va descalzo y con el pelo algo despeinado, posiblemente por haber salido hace poco de la ducha. 

- Y bueno, ¿qué? Cuéntame como te ha ido durante este tiempo. 

Se han enviado mensajes durante esos meses, pero nada comparado con lo mucho que han podido llegar a hablar mientras ella todavía vivía allí. Ha sido todo tan... distante y frío. 

- He aprendido a hacer galletitas con las monjas y he de decir, que a algunas las echo hasta de menos -sonríe cuando Steve la mira con gracia. 

Le cuenta también que ha hablado mucho con sus amigos del curso y que se lo ha acabado sacando con buena nota, era una de las pocas cosas que hacía y se lo tomó muy enserio. Salía poco y pasaba mucho tiempo sola, así que le ha venido de fábula para saber qué quiere en su vida y cómo no quiere volver a sentirse. 

- No lo sé, Steve... Todo ha sido tan raro, tan de película de miedo... Me han pasado tantas cosas horribles y he vivido tan al día que llegó un punto en el que ya ni siquiera sentía que estuviese viva, no sé si podrás entenderlo. 

Steve pone ambos platos en la mesa que da a la playa, en la parte de atrás, y pasan la cena hablando sobre lo que Margo ha sentido durante casi dos años y lo mal que se ha sentido muchísimas veces, aunque no lo dijera. Después hablan también de Steve y su vida aquí, en la isla, durante el tiempo que ella no ha estado. El cinco-cero va bien, Jerry les ayuda muchísimo, Danny sigue siendo su mano derecha para todo y el resto está igual de bien que siempre, tanto profesional como personalmente. 

Por mucho que le pique la curiosidad, Margo no pregunta por Katherine. 

- La hija de Danno sigue saliendo con William... -ríe y se encoge de hombros- Aunque a su padre no le guste la idea. 

- Me alegro de que estén bien, Grace es una chica fantástica y se merece todo lo bueno que le pase. Y William es un buen chico.

- Sí, en eso tienes razón.

Acaban de cenar y siguen hablando sobre un montón de cosas, acabando con anécdotas y bromas que les hacen reír. Las cosas son tan fáciles entre ellos así... Se sientan en la mesa, frente a un plato de fideos y hablan como viejos amigos sin vergüenza ni prisa. Obvian todo lo malo y solo hablan de lo bueno y lo divertido, aunque Steve también quiere tocar las cosas importantes y es imposible disuadirle: 

- ¿Porque duermes en ese hotel, Margo? 

- Porque estoy bien allí, Steve. Es un sitio bonito con piscina y gente encantadora, no pienso alquilarme un piso ahora mismo. Creo que no estoy preparada. 

- Pues se ha cometido un crimen, así que no pienso dejarte volver, espero que lo tengas claro. 

Margo se cruza de brazos y sonríe de medio lado. 

- Tranquilo, te conozco lo suficiente como para saber como ibas a reaccionar. 

- Me alegro -sonríe con gracia y llena las copas de vino- Me gusta que me conozcas tan bien. 






Misión: Infiltración.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora