Quince

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 ...2 días después... 

Lleva 48 horas sin moverse de esa habitación de hospital. Steve está solo en una, con tubos y vías que lo mantienen conectado a una máquina que lo motoriza. Está bien, recuperándose lentamente, eso es lo que le dicen una y otra vez los médicos y doctoras que pasan por allí cada 3 o 4 horas. De todos modos, Margo no respirará tranquila hasta que no se despierte, hasta que no le tenga con ella de nuevo. 

¿Y qué hago? ¿Le dejo un par de días más cuando despierte para decirle que estoy embarazada o se lo digo directamente?, lo ha pensado mil veces. Entre esas 4 paredes, y con tanto tiempo a solas por delante, es imposible no pasarse 20 de 24 horas dándole vueltas a la cabeza. 

Sabiendo que Danny está bien, mejorando más deprisa que Steve -teniendo en cuenta que el accidente no le tocó tan de lleno, es normal-, los chicos han estado pasando por allí durante esos días para ver cómo va todo y hablar con ella. Sobre todo, Chin y Jerry, que fueron los que estuvieron con ella y calmaron su ataque de ansiedad tras la noticia. ¿Y cómo no iba a ponerse así? Su vida es una sucesión de golpes del destino que ni siquiera se espera. ¿Es que no tiene suficiente con todo lo demás? Las muertes de sus seres queridos, los secuestros, su trabajo en la policía, ahora en 5.0 y la escuela de pequeños... 

La puerta se abre y entra Grace acompañada de Cono, Chin y Adam, devolviéndola a la realidad de golpe. 

- Buenos días, Margo. 

Grace le da un sonoro beso en la mejilla y sonríe, tendiéndole una bolsa de plástico de la que sale un olor estupendo. Las tripas de Margo hablan antes que ella. 

- Buenos días, guapa. ¿Cómo estáis? ¿Y Danny? 

- Todos bien, no te preocupes -explica Adam- Te hemos traído algo de desayunar. 

- ¿Ha pasado el doctor? 

- No todavía -Margo mira su reloj de muñeca y suspira- Suelen pasarse sobre las 9 o las 10, mas o menos. 

Margo abre la bolsa y saca un café para llevar y unos bollos de chocolate con leche y mantequilla. Les da las gracias a todos con una sonrisa sincera y ataca el desayuno con ganas, porque lleva sin comer nada desde por la noche.  Y ahora que tiene que comer por 2... Cada vez que lo piensa se marea, menos mal que está sentada. 

Cono se sienta a su lado y le sonríe. Ella también lo sabe, lo saben todos menos los hospitalizados. Uno porque no está consciente y el otro porque Margo no se atreve a decírselo. Ha estado con él unas horas al día durante esas 48 horas para ver como está y hablar con él un rato antes de volver con Steve. Están en la misma planta, pero cada uno en una punta. 

- Margo, deberías ir a casa y descansar un rato. -mira a Adam y vuelve a mirarla a ella- Yo te acompaño mientras el resto se queda aquí. 

- No, no... No hace falta. Estoy bien. 

- Venga ya, -dice Jerry- no te va a pasar nada por ir a darte una ducha y relajarte un par de horas antes de volver. Si nosotros nos quedamos aquí te podemos avisar en cuanto pase cualquier cosa. 

Se acerca para ponerle una mano sobre el hombro y sonríe. Todos la tratan como si fuese de porcelana, pero no le importa demasiado. No está para pensar en eso cuando tiene cosas más importantes en la cabeza. Steve... El embarazo... 

- Margo, en serio. Nosotros te avisamos para cualquier cosa. 

Da un bocado a uno de los bollos y un sorbo al café mientras cierra un instante los ojos, pensándolo de verdad. La verdad, es que le sentaría genial darse una ducha y cambiarse de ropa. Lleva la misma ropa desde hace 3 días, pero dejar a Steve solo... Al final, resopla y cede. 

- Pero dejadme quedarme hasta que pase el doctor, por favor. Luego me marcho con Cono y me relajo un poco. Prometido. 


 Sale de la ducha con una sonrisa extraña, acariciándose la tripa sin creerse aún lo que está pasando. Cuando vuelva al hospital tendrá que hablar con el doctor que se lo dijo y pedirle cita para saber más. No puede quedarse parada porque el tiempo vuela. 

Cono la espera al otro lado de la puerta, como si fuese a pasarle algo de un momento al otro. Está agotada, sí, pero no como para caerse desplomada. O eso espera Margo, porque sería la gota que colma el vaso. 

- ¿Estás bien? -le pregunta en cuanto sale. 

- Sí, sí. La ducha me ha sentado genial, la verdad. 

- Me alegro. 

Se ha puesto un chándal cómodo para dormir un rato en una cama, no como estas 2 noches. Menudo dolor de espalda con esos sillones de hospital. 

- Me pongo la alarma, ¿eh? 1 hora y media y ya. Tampoco quiero quedarme todo el día durmiendo. 

- Tranquila, yo me quedo por aquí haciendo cosas y atiendo el teléfono. 

- Vale. 

No se va muy segura, pero necesita descansar. 

35 minutos después, cuando ha conseguido dormirse por completo, su móvil comienza a sonar. Lo mira sobresaltada, frunciendo el ceño. Es Jerry, no la alarma, y ya se teme lo peor. El corazón le va a mil por hora cuando descuelga y se lleva el teléfono al oído. 

- ¿Sí? 

- Margo, ¿te he despertado? 

- No pasa nada, Jerry. Dime. 

- Es Steve... Acaba de despertarse. Deberías volver. 








Misión: Infiltración.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora