Treinta y cinco

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 Steve mira fijamente al que ha sido su compañero los últimos seis años,ese rubio de tupé hacia atrás y barba de pocos días no le hadejado de lado en ningún momento. Sabe lo que piensa y sienteincluso cuando no lo dice, y le ha ayudado en mil y una. Es sufamilia, aligual que el resto de personas que se acercan a él conrostro serio en ese pasillo de hospital. También está Katherine,pero no quiere pensar demasiado en ello, ni siquiera entiende quehace allí todavía. No va a ayudarla en ningun caso relacionado conel FBI a no ser que el gobernador precise directamente de lacolaboración de su equipo.

- ¿Sabemos algo ya..? - pregunta Chin tendiéndole una botella de agua.

- No.. Todavía no se ha despertado y el médico ya teme que lo haga continuando con el ataque de ansiedad que ha tenido al dormirse.

Justo en ese momento abre la puerta uno de los hombresque ha atendido a Margo en su llegada al hospital y mira directamentea Steve, que se levanta de golpe, antes de hacerlo con el resto depersonas. Los gritos de la chica se oyen antes de las palabras del médico y Mcgarrett no se queda allí para escucharle.

Al entrar en la habitación Margo grita, jadea y se remueve en la camilla, atada de pies y manos a las barandillas. No hay nadie más allí y no hay objetos alrededor para su seguridad y bienestar, solo la camilla y un par de muebles. Steve corre hacia ella para acogerla entre sus brazos y deja que llore todo lo que necesite hasta calmarse. Si el médico vuelve a sedarla puede pasar dormida unos días, su organismo está muy débil.

- Vale, vale.. Ya está. - susurra acariciándole el pelo – Ya está..

- ¡Dime que no está muerto, Steve! - grita ella moviendo los brazos - ¡Dime que no lo está! ¡Por favor, sacadme de aquí!

El no dice nada y sigue abrazándola durante unos minutos hasta que el médico vuelve a entrar en la habitación y ambos le miran con los ojos cristalinos. Steve se aparta unos centímetros de Margo, sin dejar el contacto directo, y le pide al doctor que le quiten las cadenas. Es un poco reacio al principio pero acaba haciéndole caso al capitán para que la chica se eche sobre sus brazos y no se aparte de él en todo el monólogo que narra antes de irse.

- Quiero irme, Steve.. Quiero marcharme.

- Voy a llevarte a casa, ¿vale? No a esa habitación de hotel cutre. - mira al doctor y añade – Quiero firmar los papeles, ahora.

Los agentes del cinco-cero entran en la habitación para intentar disuadirle pero no les hace caso, y Margo se tranquiliza un poco más a cada minuto que pasa, hasta que su chico le pide que se vista y se dan cuenta de que no tiene nada. Lo que traía puesto era el vestido de muñecas al que no quiere volver a acercarse nunca.

- Traeré algunas cosas.. - comenta Kono dándose la vuelta para marcharse.

- Te acompaño, prima.

Chin sale tras ella y a Lou le llaman de pronto, haciéndole salir junto a Danny y Katherine nuevamente al pasillo. Steve se queda un rato más hasta que consigue tranquilizar a su chica,que se queda dormida por el agotamiento que arrastra des de hace semanas.

Sale al pasillo dejándola un rato sola para beber agua y apoyarse al lado de la puerta por si tiene que entrar corriendo otra vez. Cualquier prevención es poca ahora mismo, aunque está agotado.. Debería dormir un rato, descansar, pero no puede.

Levanta la vista y ve como Kathe se sienta justo enfrente, en la silla que hay al otro lado de la puerta, y sonríe debilmente:

- ¿Estás bien? Deberías relajarte un rato..

- No te preocupes, estoy bien. - sonríe - ¿Tu que tal?

- Bien, supongo. Esto es raro.

Se miran unos segundos antes de volver la vista hacia otra parte y Kathe se arma de valor para hacerle la pregunta, no es un buen momento pero quien sabe si podrá tener cualquier otro para estar con él a solas. Danny se ha ido a por un café, el resto del equipo también ha desaparecido.. Necesita hacerlo.

Misión: Infiltración.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora