Nueve

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¿Cómo puede ponerse a llover tan de prisa? Hawaii es uno de esos lugares del mundo en los que, a pesar de hacer un sol brutal durante todo el día, cinco segundos después puede ponerse a diluviar como si el tiempo quisiese hacer desaparecer la isla. Y eso es lo que sucede ahora mismo, mientras Margo y Steve salen corriendo del coche para meterse en casa, entre risas, intentando mojarse lo menos posible. No sirve de nada. Margo lleva el pelo completamente empapado, pegado a la espalda, y Steve lleva la camiseta adherida a la piel. 

- ¡Dios! ¡Está cayendo la del Apocalipsis! 

Steve se echa a reír y deja las llaves sobre el mármol antes de deshacerse de los zapatos y dejarlos a un lado, junto a la puerta. Si no se desnudan ahora, dejarán la casa como si fuese un pantano. 

Margo mira a Mcgarrett, de espaldas a ella, quitándose la ropa en el comedor y no puede evitar ir hasta él y abrazarlo, pegado su mejilla a la espalda para sentir el calor que emana su cuerpo. Siente como sonríe justo antes de dar la vuelta para abrazarla. Dios, ¿cómo es posible que le esté costando tanto mirarle? Y, de pronto, unas ganas inmensas de llorar la invaden como hacía mucho no le pasaba. Es fuerte y valiente, dura como una piedra, los golpes han hecho en ella alguien que las ve venir y no se aparta, sino que las afronta con dureza. 

- Eh... ¿Qué pasa? ¿Estás bien? 

Es en ese momento cuando levanta la vista y le mira. Tiene los ojos llenos de lágrimas y Steve se asusta. Nunca le ha gustado ver a alguien llorando, mucho menos si ese alguien es importante para él. 

- Joder, Margo, no. ¿Qué pasa? ¿He hecho algo? 

Ella niega rápidamente con la cabeza y se sube a él como puede para que la coja, entrelazando sus piernas en sus caderas, y le besa. Un beso húmedo y mojado, por la lluvia que ha empapado sus rostros. Los labios de Margo se mueven con suavidad mientras intenta no ponerse a llorar. Le quiere. Le quiere mucho. Es por eso que tiene ganas de llorar, por todo el amor que necesita dejar salir y darle a Mcgarrett. 

- Te quiero... -susurra contra sus labios antes de morderle el labio inferior. 

Steve se tensa, los músculos de sus brazos la rodean más fuerte y sus labios besan los de Margo con intensidad. Camina con ella por la planta baja y sube las escaleras casi sin esfuerzo, entrena mucho cada día y ella no pesa casi nada. 

Solo deja a Margo en el suelo cuando llegan a la habitación, la mira de arriba abajo con una profundidad que la hace temblar y le aprieta con ambas manos las caderas. Va a dejarle marca, pero no le importa en absoluto. 

- Desnúdate. 

Ella lo hace sin rechistar y Steve también. Después, se observan, desnudos el uno frente al otro. Sin acercarse ni tocarse durante unos segundos. 

- Yo también te quiero -suelta Mcgarrett mientras le acaricia con los dedos la piel tibia del estómago de Margo. 

Después, sus labios vuelven a unirse con fuerza y el resto se vuelve confuso, oscuro, borroso. Nada más importa fuera de esas cuatro paredes porque vuelven a estar juntos, porque esto es el principio de algo que piensa cuidar durante mucho tiempo. Por que le quiere y él la quiere a ella, y contra eso, nadie puede hacer nada. 





Misión: Infiltración.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora