Dieciséis

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 Hace mucha calor esa mañana así que se pone un vestido – como puede –y unas sandalias antes de salir. Se ha tomado las pastillas despuésde desayunar y su tío se ha ido a reunir con algunos policías yagentes especiales por lo de la conmemoranción, que es mañana.

Cogiendo el autobús llegaría en cinco minutos a latienda, pero le apetece andar y que le de el aire. Disfrutar de lasplayas, la gente, el sol.. Hace días que no lo hace. Ya no sientetanto miedo como los primeros días y, aunque sigue mirando haciatodos lados antes de cruzar la calle y no le gusta que se le acerquela gente, consigue relajarse un poco hasta llegar a la tienda.

Entra y sonríe a las dependientas, que la reciben conel mismo gesto. Después coge un carrito y se pone manos a la obra,viendo botes de pintura, lámparas nuevas, sillas de escritorio ycosas de decoración.. ¡Parece querer amueblar una mansión entera!Su tío, después de mucho rato, le ha dejado elegir el sofá,algunos detalles y su habitación, nada más. Pero con todo lo que havivido des de que llegó ya le vale.

Paga cuando acaba con todo y tira del enorme carro conla intención de llegar a casa y devolverlo antes de las doce, aunqueen cuarenta minutos duda bastante que pueda conseguir empujar con talfuerza como para tirar de todas esas cosas. Y menos mal que el sofálo traen mañana en un camión de la mudanza, por que sino.. Chocacon algo y dos cojines envueltos en pelo caen al suelo. Ella se asomapara cogerlos cuando un chico alto, rubio y vestido únicamente conun bañador y unas chanclas se agacha y los vuelve a dejar en elcarro con una sonrisa:

- Lo siento, con tanta cosa no te había visto..

- No pasa nada.. - vuelve a sonreír y arruga la frente - ¡Eh! ¿Tu no eres la chica del parque, la que hacía el ejercicio el otro día?

Margo se detiene unos segundos, en silencio y con elceño fruncido, pensando. Es verdad que su cara le suena de algo,pero.. ¡Oh, si! El que iba con otro chico y le pidió el número de teléfono.. Que idiota, con tanto lío ni siquiera le ha llamado.Pensará que pasa de él o que no quiere conocerlo, aunque tampocosabe si quiere hacerlo en realidad.

- ¡Ah, si! - sonríe Margo – No te había reconocido al principio.. Siento no llamarte, he estado muy liada. Sé que suena a excusa pero es verdad, y no sabes cuanto.

- No te preocupes, ¿donde vas ahora?

A correr un maratón - piensa sarcástica -, pero se limpitaa sonreír y decírle la verdad. Va a su casa, si consigue llegar aella, para ponerse manos a la obra con pintura y decoración, segúnJack van a quedarse un buen tiempo en esta isla así que tendrá queempezar a acostumbrarse.

- No sé si vas a poder con todo tu sola, si quieres te ayudo y a cambio me cuentas por que no me has llamado. - sonríe de nuevo y Margo lo hace también, casi sin percatarse. Tiene una sonrisa preciosa.

Se echa el pelo hacia atrás mientras la ve sonreír y coge un par de cajas y cojines para meterlos en otro carro y ayudar ala chica, con la que empieza a caminar hacia la calle. No tardanmuchos minutos en los que Margo se arma de valor y le cuenta todo losucedido – sin detalles como que se ha acostado con el tenienteMcgarrett o que no sabe que hacer con él ahora mismo -. Por que vinode Nueva York, que su tío es policía, que ha estado involucrada enuna red de narcotraficantes que ha conseguido desenmascar y atraparella – aunque sin quererlo -. El rubio flipa como nunca, y esnormal, no todos los días una chica de dos años menos que tu tedice que es policía y que ha ayudado al cinco-cero:

- Así que si Patrick Rodrigo está en la cárcel.. Es gracias a ti. - Margo asiente - ¡Dios, es alucinante! Quiero decir.. ¡Eres alucinante!

- Tampoco te pases. - comenta riendo.

Misión: Infiltración.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora