Misión: Volver (Tercera Temporada)

321 23 2
                                    


Vuelve a mirar la habitación y sonríe, orgullosa y nerviosa. No va a engañarse. Está histérica, pero tiene ganas de volver. Ha podido pensar tanto en este tiempo... Se siente mucho mejor consigo misma y lo que la rodea.

- A ver... - murmura para sí – La maleta hecha, el billete comprado, el pasaporte en el bolso... No me olvido nada, creo.

- Darme un abrazo muy fuerte. – dice una voz de repente.

Margo se gira de golpe y sonríe, ha aprendido a no tener miedo ni a sobresaltarse tan seguido. Esos ocho meses han sido tan tranquilos, tan normales... Y le han encantado. Ya no hay dolor, ni ansiedad, ni ganas de llorar todo el tiempo. Solo agradecimiento por todo los que han podido hacerlo posible, dejándola avanzar poco a poco.

- Jessica... - hace morritos y corre a sus brazos – Voy a echarte tanto de menos...

Ha sido su apoyo en ese colegio de monjas des del primer día y no se imagina no poder obligarla a irse con ella. ¡Le encantaría la isla! Y los chicos le caerían genial, está segura de ello. Pero Jess vive allí des de hace muchos años, una de las monjas es prima de su madre y la han tenido allí des de que cumplió los dieciséis por todos sus problemas con las drogas y la comida. Aunque ahora está muchísimo mejor, tiene que decirlo. Se han ayudado mucho la una a la otra.

- Yo si que voy a echarte mucho de menos... Me dejas sola en este sitio otra vez. Y yo que pensaba que nunca volvería a sentirme sola.

Margo la mira de arriba abajo y niega repetidas veces con la cabeza.

- No vas a estar sola, lo prometo. Podrás llamarme todas las veces que quieras y cuando te pongas mejor pide un viajecito a Hawaii, ¿vale?

- Lo haré. – asiente ella – Lo prometo.

Jessica la ayuda con la maleta y la bolsa y la acompaña hasta la salida, donde se encuentra con otra persona a la que ha echado muchísimo de menos. Stefan la espera en la puerta con una camisa negra, pantalones tejanos y unas zapatillas de deporte oscuras. Está guapísimo, con un aire impaciente que parece no abandonarlo nunca y el pelo algo más largo que la última vez que lo vio, peinado hacia arriba con un tupé muy bien estudiado.

Lo suelta todo en cuanto sus miradas se cruzan y corre hacia él para abalanzarse encima y abrazarlo con fuerza. Stefan se echa a reír y la acuna con fuerza entre sus brazos, él también la ha echado mucho de menos. De la isla y sus amigos, ha sido con el que más a hablado: por teléfono, vía mensajes, haciendo Skype a veces...

- ¿Cómo estás? ¡A parte de muy guapo!

- ¡Tu si que estás guapa! – exclama él con una sonrisa, empujándola levemente – Tenía tantas ganas de verte... La isla no es la misma sin ti. Y las clases tampoco.

Margo hace un puchero y vuelve a abrazarle. Definitivamente ese chico es especial, y después de todo lo que ha pasado por ella que esté allí es un muy buen comienzo para todo lo que está dispuesta a hacer a partir de ahora para encarrilar su vida. Se da la vuelta para presentarle a Jess, pero no la encuentra. Con lo tímida que es...

- ¿Nos vamos? Aún tenemos un par de horas para tomar algo en el aeropuerto antes de volver a casa.

Casa... Como suena eso – piensa, sonriendo de medio lado -. Su casa... Su isla... Ocho meses sin pisarla, sin saber casi nada de nadie... La que también fue casa de su madre y de tío Jack. Pensar en ellos le da fuerzas, pero les echa tanto de menos...

- Claro, vamos.

Antes de que salgan por la puerta una de las monjas la detiene y la abraza, es una de las que más la ha ayudado en su recorrido de superación y bienestar. Volverá para visitarlas pronto, está más que segura. Nadie la ha cuidado como ellas. Y entre esas paredes ha sentido el cariño de un hogar, las risas, los llantos, las palabras de ánimo... Intenta no llorar, pero Sor Leonor le deshace las lágrimas con los dedos y sonríe.

- Sé feliz, Margo. Pero no porque los demás puedan verte mal o bien, no porque sonreír sea una manera de mitigar el dolor, no. Sé feliz porque lo mereces. Porque tienes una luz dentro que aún no has dejado salir y el mundo tiene que verla. Tu sabrás cuando, sabrás porqué.

- Gracias... - murmura, conteniendo el llanto – Por todo.

- No se merecen, el señor nos puso en tu camino y a ti en el nuestro por una razón: aprendizaje. – vuelve a sonreír y se saca una tarjeta del bolsillo – Toma, hazte un favor y visítala. Dile que vas de mi parte, te ayudará a seguir adelante. Aún queda un largo camino que recorrer.

En el aeropuerto hablan, muchísimo. Stefan le cuenta todo lo que ha pasado el tiempo que no ha estado en la isla, que Edgar y Sally han empezado ha salido juntos – ya se veía venir -, Yuna se ha marchado a hacer unas prácticas de un año entero a Londres porque quiere ver mundo... y del cinco-cero no sabe demasiado. Margo tampoco, quitando quienes la han llamado durante este tiempo: como Jerry, Danny o Kono. Con Grace también habla bastante, sobre todo por todos los temas con los que no puede hablar con su padre y no quiere contarle a su madre. Del resto... Y de Steve, solo algún que otro mensaje de vez en cuando para ver cómo está, pero nada del otro mundo. Así lo ha querido, en realidad, porque fue ella la que le pidió distancia. Una que está a punto de romper, porque embarca con Stefan para volver al lugar del que huyó hace ocho meses y que ahora volverá a ser su hogar. No tiene piso, ni va a quedarse en casa de Danno ni en la de ninguna otra persona. Esta vez ya no es una niña, ha conseguido sacarse por internet el curso de integradora social que cursaba con sus compañeros cuando estaba en la isla y va a encontrar trabajo, a pagarse un piso propio y a vivir bien, sin que nadie tenga que ayudarla. Nada de meterse nuevamente en la policía ni de estar demasiado cerca del fuego para probar si se quema o no, esta vez va a ser muy distinta.

- ¿Estás preparada? – pregunta Stefan, mirándola con una sonrisa.

- Más que eso, Stefan. Más que eso.

Se cogen de la mano y aprietan fuerte, dándose fuerzas. No saben cual de los dos está más nervioso por llegar, por saber que va a pasar. Y, como hace ocho meses, a Margo le ha tocado ventanilla, así que puede ver cómo se aleja de lo que ha sido su hogar este tiempo para observar cómo aterrizan en Hawaii. Su querido Hawaii...

- Esta vez no vas a poder conmigo. Ni tu ni nadie. 

Misión: Infiltración.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora