Treinta;

516 41 1
                                    

 Camina por la habitación nervioso, en realidad más que eso. Histérico másbien. Esto no puede estar pasándole.. No ahora, no después de todo.

Se lleva las manos a la sien y aprieta con fuerza para despejarse, estásudando y tenso. Muy tenso. Va a necesitar un masaje al final, estosúltimos meses han sido un auténtico terror. Un sube y baja deemociones a la que no está acostumbrado, aún teniendo este trabajo.Aun siendo el jefe del cinco-cero.

- Es que no lo entiendo.. - murmura – Por más que me lo expliques no logro entenderlo.

- Es fácil, Steve.. El FBI os necesita para esta misión, por eso estoy aquí.

Se miran unos segundos, Steve aprovecha para sentarse en el sofá perovuelve a levantarse de golpe y da un par de vueltas más por elsalón. No puede quedarse quieto. Esto le supera, y es difícil quelas cosas consigan hacerlo.

Vuelve a mirarla, ahora con más detalle, y le parece tan raro que estéallí.. Hablando con él, de nuevo. Como si nada hubiese pasado, comosi todo siguiese igual. Tiene el pelo un poco más corto pero liso,como solía llevarlo cuando la conoció, viste pantalones militares,camiseta de tirantes negra y unos arañazos no muy profundos leadornan la clavícula. Gajes del oficio – responderá con unasonrisa si le pregunta -, lo sabe mejor que nadie.

- ¿Y si mi equipo no acepta?

- Tenéis que hacerlo, ordenes del governador, Steve.

- Que curioso.. Hablé con él hace un par de días y no me dijo nada.

- Steve, no hagas esto.. - resopla ella – Habla con él si quieres, llámale o citate con él pero es la verdad. Esto es importante.

Se fulminan con la mirada otra vez y ella aprovecha para poner losbrazos en jarra, cansada de tantas contradiciones. Se ha pasado en unavión más de doce horas y en un coche militar otras tres, no estápara tonterías ahora mismo. Solo necesita dormir un rato y volver altrabajo, no aguantar a Steve Mcgarrett y sus miradas de suficiéncia.

- Bueno.. Creo que debería irme, ya sabes donde llamarme si lo necesitas. Y no te lo pienses demasiado, esto es algo importante, y van a acabar obligando al cinco-cero a hacer esto por el FBI. Tu bien lo sabes.

Steve intenta decirle algo a la misma vez que su teléfono suena en subolsillo por segunda vez, la primera.. Margo, y como le ha dolido nocogerlo. Pero es mejor así, que no lo sepa. Que no tenga queenterarse de esto ahora que, por fin, las cosas entre ellos estánempezando a ir bien para ellos.

Y ahora.. Frunce el ceño, extrañado; no es ella. Es Danny, y a estas horas nodebe de ser nada bueno. Son más de las doce y media de la noche yestá con su hija en el apartamento, no debería por que necesitarlepara nada. Ni siquiera para contarle cualquier idiotez sobre loscasos que tienen estos momentos.

Frunce el ceño de nuevo y lo coge, sin esperar realmente escuchar lo que va a oírahora:

- ¿Danny?

- Me ha llamado Margo, y está en problemas.

- ¿Cómo? - lo dice casi gritando - ¿Donde estás? ¿Que ha pasado?

Su compañero le explica todo mientras Steve se pone los zapatos y cogelas llaves del coche. La mujer aún no ha salido de la casa y le miraextrañada, con el ceño fruncido y con el pomo de la puerta en lamano.

Steve la mira y la hace salir con un movimiento de cabeza, los coches deambos les esperan en la puerta. No hace mucha calor pero si unahumedad que les arroya al salir por la puerta. Aunque a él nisiquiera le importa, tiene algo mucho más importante que hacer:

- ¿Que pasa, Steve? - le pregunta ella cuando le ve colgar.

- Nada. - sentencia con seriedad – Tengo que irme, ya hablaremos sobre el trato con el FBI.

- Steve.. Yo..

- No me sigas, Katherine. No quiero que me sigas. - murmura subiendo al coche – Adiós.


Misión: Infiltración.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora