Trece

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Jerry le pide que se vaya a casa, pero Margo vuelve a negarse. Que no se encuentre al 100% no significa que tenga que marcharse, no es tan blanda y hay una vida en juego. 

- ¿Por qué eres tan cabezota? 

- Porque así me lo enseñaron durante toda mi vida, Jerry -sonríe para quitarle hierro al asunto- Es lo que hay. 

Jerry también sonríe, pero Margo lo conoce lo suficiente como para saber que está a disgusto con que no le haga caso. Se tienen mucho cariño, desde el principio, además. Es normal que se preocupe, pero no lo necesita. Margo hace mucho tiempo que sabe sacarse  las castañas del fuego, por suerte o por desgracia. 

Sube de nuevo a las salas del cinco-cero, encontrándose solo con Kono. Revisa papeles con el ceño fruncido, tan enfrascada que no parece ni darse cuenta de su presencia hasta que no la tiene justo delante. 

Se miran un momento. Kono parpadea un par de veces, enfocando la vista en Margo, que espera a que sea ella la que diga algo primero. 

- ¿Qué te pasa? -Kono frunce el ceño- Estás muy blanca... 

- ¿Yo? Que va, estoy bien. 

No lo está. En realidad, se encuentra mal desde por la mañana, pero no quiere que Kono se preocupe igual que Jerry. Ya tiene suficiente con conseguir que Jerry no llame a la ambulancia o peor, a Steve. 

- Si que te pasa algo, Margo. Estás realmente... 

- Blanca, sí. Ya lo sé. -cabecea malhumorada- Pero ese no es el caso. El caso es... -le tiende los documentos sobre las malversaciones de fondos del padre del chico secuestrado- Que hemos encontrado esto. Jerry y yo. 

Kono lee los documentos. 

- Ese tío está metido hasta las cejas en cosas chungas. Drogas, falsificación de documentos... No tenemos ni idea. Pero todo ese dinero y esos movimientos bancarios no tienen que ser por algo legal, de eso estoy segura. 

- Yo también. Nadie con tales cantidades de dinero es legal. -las chicas se miran- Gracias, Margo. Con esto vamos a conseguir que ese tío hable. Estamos un paso más cerca de salvar a ese chico. 


Al final del día, aún no han encontrado al chico y el tiempo se agota. Todos están muy nerviosos. 1 hora sin encontrarlo es 1 hora menos con posibilidades para encontrarlo con vida. Steve, Danny y Chin no han pasado aún por las oficinas ni saben nada de ellos. Después de darle los documentos a Kono, ella también desapareció y no saben nada. Jerry no parece muy nervioso, pero Margo sí. 

- Volverán, y lo sabes. No les ha pasado nada nunca, bien lo sabes. 

- Bueno... Eso de que nunca les ha pasado nada... 

Las ganas de vomitar vuelven a ella. A punto está de echarlo todo, pero se contiene. Algo tiene que haberle sentado mal, no va a pensar en otras posibilidades porque no quiere vomitar de verdad por el terror. 

Se sienta en la silla del despacho junto la de la Jerry e intenta tranquilizarse. Él sigue tecleando en su ordenador, buscando más información, localizaciones... Cualquier cosa que pueda ayudar más que estar molestando, cruzada de brazos, a punto del ataque de ansiedad. Tiene hambre, ganas de vomitar... Se va a volver loca. 

- Creo que tengo que ir a que me dé el aire. 

Jerry la mira de golpe, ordena un poco el papeleo sobre la mesa, apaga el ordenador y se levanta. 

- Vamos. 

- Puedo ir sola. 

- Lo sé -y como si le leyera la mente, añade- Pero tengo hambre y quiero que cenemos juntos. 

Cuando salen del edificio no hay ni rastro de ninguno de los componentes del equipo del 5-0. La noche es tranquila, hay coches de policía a ambos lados de la calle, parados y vacíos. Solo se oyen los ruidos de la ciudad y los edificios vecinos, nada del otro mundo. Nada que les haga pensar que algo puede ir mal. 

Entonces... ¿Por qué Margo no puede quitarse de la cabeza que esa tranquilidad es la calma antes de la tormenta? 






Misión: Infiltración.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora