Once.

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 Tose, expulsando el agua del váter que le han echo tragar hace un rato.Los secuaces de Patrick se han marchado hace unos minutos y la van adejar sola unos más, como mucho. Cuando se esté recuperando volverán y le pegarán otra paliza hasta tirarla al suelo, levantarán la silla y la volverán a dejar allí. Lo han echo tres veces ya y ni siquiera ha visto a Patrick. Aunque no sabe que es mejor, por que él no vendría con ganas de pegarle precisamente.

Mira de un lado a otro de la pequeña habitación oscuray no encuentra absolutamente nada que pueda sacarla de allí, pero vaa dejarse las muñecas si hace falta para soltarse de las cuerdas quela atan a esa silla de hierro.

- Vamos.. Vamos.. - susurra nerviosa mientras lo hace.

Observa la puerta de reojo de vez en cuando y siguehaciendo fuerza hacia atrás y los lados para dejarse ir. Está apunto de conseguirlo, o al menos de la derecha. Un poco más demovimiento y.. ¡Voilá! La derecha completamente libre, y se puedesoltar la otra y los pies, aunque ahora necesita un arma y muchasuerte. Esos tíos no se andan con rodeos, así que tiene que pensarun plan en poco más de doce segundos o acabará con un tiro en lacabeza siendo noticia en los periodicos.

Un tío alto, con pasamontañas y una pistola a laespalda entra en la sala con una sonrisa de oreja a oreja y ella leespera haciéndose la atada aún. Cuando se da cuenta de que estácompletamente solo y han cerrado la puerta le pega una patada en elestómago, otra en la cabeza y le tumba, intentando hacer el menorruido posible. Después le esconde entre las cajas que hay a un ladoy se adueña de sus pertenencias. Una pistola, una targeta de accesoy un taser. Ha sido más sencillo de lo que esperaba, pero esto essolo el principio.

Sale del cuarto con cuidado y se descubre en un pasillolarguísimo con seguridad al fondo, tras una de las esquinas. Lesconsigue atacar y vuelve a robarles todo lo que puede, cambiando lapistola que llevaba antes por una con silenciador. También tienen unmóvil, y eso a Margo le viene como anillo al dedo. No se sabe ni elnuevo número de su tío ni el de ninguno de los miembros del cincocero, pero si uno que sabe todo el mundo, el de emergencias. Hay pocacobertura en ese sitio pero, tras varios intentos, lo consigue:

- Soy la agente Margo.. de Nueva York. Por favor, llamad al cinco-cero. Por favor, no se donde estoy, necesito su ayuda.

- ¿Señorita? ¿Margo que más?

Escucha a más personas acercarse y tiene que esconderse.

- Ellos saben de lo que se trata. Llamelos. Steve Mcgarrett.

Cuelga y se esconde, disparando a los otros dos tíos encuanto descubren l os cuerpos de sus compañeros. Le quedan trecebalas, suficientes como para salir de ese sitio, pero teniendo encuenta lo herida que está y que no sabe donde se encuentra va a serdifícil. Es como una nave industrial enorme, o una fábrica llena depasillos. Tose y camina despacio, tiene que intentarlo al menos.

Al otro lado de la isla, en las oficinasdel cinco-cero, los chicos empiezan a ponerse cada vez más nerviosose inquietos. Han tenido que relajar a Jack a base de tilas antes devolver a la normalidad, o más o menos. De pronto la puerta se abre yMax, uno de los mejores analizadores de la isla aparece casicorriendo hasta Steve:

- He encontrado algo. - pone unos papeles sobre la mesa – Hay una coincidéncia más a parte de Margo, y no os váis a creer de quien..

El grupo mantiene el silencio para que Max siga con laexplicación. Teclea un par de cosas en la pantalla táctil y laimagen de un hombre moreno, con un piercing en la ceja y tatuajes porel cuello y el pecho.

- Henry Davison, de 32 años. Tiene un par de antecedentes por robo a mano armada, maltrato y extorsión. Salió de la cárcel hace poco más de dos meses.

- ¿Y había sangre suya en mi casa?

Max asiente y explica que, seguramente, Margo sedefendió antes de consiguieran drogarla y llevársela, pues tambiénhay restos de cloroformo en las sábanas.

- También hemos hallado restos de pelo, procedentes de la víctima y una espécie de mensaje que ha podido escribir Margo.

- ¿Un mensaje..? - Jack se acerca para identificarlo.

- Una especie de flechas echas con sangre que se han dibujado con el meñique de mala manera.

Todos miran las fotos que se han echo hace un rato en lacasa de Mcgarrett y confirman que Margo ha intentado hacerles verhacia donde y cuantos se la han llevado.

- Parece querer decirnos que han sido tres y hacia el norte de la isla, aunque no estoy seguro de ello. Pueden ser solo premoniciones mias.

- Bien, Max, muchas gracias. - dice Steve – Chin, dame una dirección en la que encontrar a ese cabrón.

Chin asiente y se pone a ello mientras Max se despidedel equipo para buscar más pistas y pruebas que puedan ayudarles aencontrar a Margo, que según la científica lleva más de cuatrohoras desaparecida.

Steve se acerca a Jack antes de salir por la puerta y lepromete que va a encontrarla, no va a dejar que esos hijos de puta lehagan daño. Es una cría, una adolescente llena de emociones ysueños por cumplir todavía. Quiere ser policía.. Como ellos. Nopuede dejar que alguien como Patrick Rodrigo o Henry Davinson se loimpidan.

Siente la frialdad del arma contra elcuello y cierra los ojos con fuerza, está acabada.

- ¿Que crees, que te ibas a salir con la tuya?

No contesta, no hay nada que pueda decir que vaya acambiar la situación en la que está metida. La voz a sus espaldasmanda a dos hombres a quitarle las armas, obviando por completo eltaser que lleva escondido en el sujetador, y la cogen para llevárselaal jefe. Que, aunque no le haya visto, sabe perfectamente quien es.

- ¡Vamos, joder!

La empujan con fuerza por la espalda y la hacen subirpor unas escaleras, luego vuelven a empujarla contra la pared y leindican hacia la derecha, hasta el final del pasillo. Sube un par deescalones y entra por una puerta roja que da una sala vacía con otrapuerta a un despacho. El de Patrick Rodrigo, que la espera sonrientetras una mesa de billar. Por eso no la han matado todavía, por queva a ser su juguetito un par de horas antes:

- ¿Te gusta mi lugar de descanso, preciosa? No es lo mismo que esa mansión en el centro de la isla pero.. No está mal.

Hace un gesto para que sus hombres se retiren y cierrenla puerta, quedándose a solas con la chica. Se escucha como echan lallave y se alejan. Margo le mira de pies a cabeza y luego vuelve areír, quitándole hierro al asunto. A ella, en cambio, le sube unescalofrío por la espalda que consigue marearla:

- ¿Quieres sentarte, tomar algún refresco..? - camina de un lado a otro – No tienes muy buena cara..

- Quizá por que tus hombres no pueden llamarse así.

- ¡Vamos, no te enfades! - sonríe – Eres tu la policía en cubierta.. Seguro que les sentó un poco mal darse cuenta de ello.

Margo sonríe irónica.

- Y en verdad es una pena, preciosa.. Me gustabas de verdad, cuando te vi en esa fiesta, con tu vestido y tus buenos modales.. Me pareciste casi angelical. ¡Pero claro! - grita de pronto - ¡Tenías que estropearlo con tus gilipolleces!

- Serás hijo de..

Solo recordar lo que estuvo a punto de pasar en esecuarto le produce arcadas. Patrick también parece recordarlo, perode otra manera mucho mejor, por que su cara no es como la de Margo enabsoluto. Se acerca a ella hasta dejarla contra la pared y leacaricia la cara y el pelo, llevándose un mechón entre los dedos.Aún tiene el palo de billar cerca.

- Aunque eso puede arreglarse, ¿no crees?

Misión: Infiltración.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora