CAPÍTULO 3

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Sam.

Camine entre las tumbas del cementerio con un enorme ramo de rosas blancas en mis brazos. Ya hacia un tiempo que hacia esto, aunque Alonso no lo quisiera.

Llegue a la tumba donde descansaba un ramo ya marchito de otras rosas que hace más o menos un mes había dejado en ella; lo quite poniéndolo en un tambo de basura que había cerca y coloque las flores nuevas en su lugar.

Limpie las letras color negro que estaban grabadas en aquella abandonada lapida. Me senté en el suelo al lado de ella y comencé a juguetear con las piedras y basurillas que había en el piso.

-Hola Melissa...

Dije al fin. Puede que parezca extraño que yo visite la tumba de una chica a la cual sólo llegue a conocer gracias a las platicas que Alonso, ebrio, me daba de ella. Sé que había sido una chica tierna de cabello castaño levemente ondulado, ojos verdes y de baja estatura. Él no recordaba haberme contado todo aquello, era obvio, se emborrachaba realmente hasta perder el hilo de las cosas y terminaba hablando de ella. A cualquiera le molestaría que su novio le hablara de sus parejas pasadas pero a mi no, sé que le haría bien liberarse de todo aquello que lo hace sufrir.

-... Meli lo pierdo, estoy perdiéndolo de a poco, y es... Realmente doloroso.

Unas cuantas lágrimas empezaron a brotar de mis ojos. Solo aquí podía llorar libremente. Ni siquiera al lado de Fatima me sentía libre para llorar como yo quisiera. Es mi mejor amiga y la adoro pero... Por alguna razón ya no me gusta que me vean sufrir de esta manera.

-Si estuvieras aquí me estarías golpeando en este instante-rei-... O mejor dicho, él no estaría pasando por esto. Por celos innecesarios de mi parte, celos enfermizos que solo están alejándolo de mí. Quisiera... No sé.

Gire mi vista a un costado de la lapida de Melissa. Había una más pequeña. Tenia una pequeña placa dorada que decía "Alonso, hijo nonato de Melissa Parnel.

-Así que deseabas llamarlo como él... Yo también lo haría sí...

Sin querer mis manos fueron a mi vientre.

-Un bebé... No seria mala idea. No. ¿en qué estas pensando, Samanta? un bebé me quitaría muchas cosas, como la universidad. Además, no podría pedírselo a Alonso así como así, primero debería reconciliarme con él.

Mordí mi labio suavemente pensando aquello. No podría... Alonso tiene muchas cosas en que pensar como para cumplirme caprichos míos.

-¿Me veré como si quisiera amarrarlo si se lo digo? Mencionarselo como una opción futura, no... ¿cómo si fueras a contestarme?

-Ella no, pero yo sí.

Me sobresalte y gire mi cabeza para ver al dueño de la voz que interrumpió mi platica con un fantasma. Jos.

-¿Qué haces aquí?

-Supuse que estabas aquí-se sentó frente a mí-, fui a tu casa y no te encontré, Alonso me mencionó que vienes aquí de vez en cuando, y quisiera saber ¿por qué?

-...No lo sé. Siento paz.

-Vale, el cementerio es un lugar de mucha paz-río nerviosamente.

-¿Qué? ¿Te da miedo?

-¿A quién no?

-A mí... Bueno, solo hay huesos y lapidas, nada de eso te puede atacar, Jos.

-Si... Cierto-tomo el ramo y saco una de sus rosas-... Melissa era increíble.

-¿La conocías bien?

-No tan bien como Alon...-olfateo la rosa-. Pero sí... Él no deja de culparse por aquello, nunca me he cansado de decirle y decirle que si Melissa hizo lo que hizo fue porque no sabia lo que estaba bien o mal. Se sintió... Acorralada-puso la rosa sobre la lapida del bebé.

-Di-dijiste que tú me contestarías... Lo... Lo que...

-Oh... Sinceramente yo creo que a Alonso le encantaría la idea. Digo, ya tiene 21 años y... Son lo suficientemente maduros como para tomar la decisión de ser padres.

-¿Y si no?

-Creéme, desde que se entero que Melissa murió y con ella su hijo... No ha habido segundo en que no piense en como seria tener un hijo-tomo mis manos-. Comentáselo, sé que tienen problemas pero... Nada su no pueda solucionarse con un te amo.

Puede que Jos tenga razón. Esta noche hablare con Alonso. Si es que lo esto perdiendo haré lo imposible por recuperarlo.

Tonta Venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora