CAPITULO 12

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Alonso.

El celular no ha dejado de sonar. Realmente no sé quien sea y no me interesa. Si es Sam, esperó que de esta manera le quede claro que entre nosotros ya no podrá haber nada. El teléfono fijo también sonó.

"Hola, soy Alonso por el momento no me encuentro en casa pero si quieres puedes dejar un mensaje después del tono y si me da la gana te llamo. Bliim."

Reí un poco al escuchar mi contestadora.

"Alonso... Soy Sam, ya sé que Jos esta vivo y... Si fue por culpa de él que me terminaste yo... Quiero que sepas que no me importa en lo absoluto, él y yo no somos ni seremos nada. Es un idiota. Bueno, espero que me llames, hay que olvidar todo esto... Yo te ayudare. Te amo".

Lo último de escuchó entrecortado. Lo que quería decir que el llanto le había ganado.

Limpie mis lágrimas y deje la almohada que estaba abrazando a un lado. Fui al baño para ducharme. Estaba hecho un desastre.

***

Sam.

-¿A dónde vas?-me sobresalte al oír la voz de mi hermana en la sala.

-No te importa.

-Si no me importara no te preguntaría.

-Voy a despejarme un poco ¿vale?

-El chico pelinegro... ¿Es Jos?

-S-si... Es él. Te veo en la noche.

Salí aguantando las lágrimas al oír el nombre de Jos. Puse la capucha de mi sudadera y di play a mi musica una vez que puse mis audífonos. Camine con la cabeza agachada. No quería que nadie me viera llorando. Compre un cigarro a pesar de que yo no fumaba, pero así podía recordar a Alonso. No sé si escuchara mi mensaje pero... Sinceramente espero que me hable.

-No sabia que fumabas.

Eleve la vista frente a ese chico. Cabello negro con las puntas claras.

-Alan-mi voz se entrecorto y rompí en llanto abrazándolo.

-¿Qué te pasa pequeña?

-Solo abrazame... Abrazame...

Sus brazos me apretaron más hacia su cuerpo. Sentí su calor y algo de consuelo, el cual necesitaba mucho.

-Jos esta vivo... Alonso me dejo...

-¿D-dijiste que Jos esta vivo?-me alejo de él.

-Lo esta... Esta vivo.

-P-pero... ¿Cómo?

-Eso mismo quisiera yo saber... Para colmo mi hermana invade mi casa.

-Oye... Calma-tomo mis manos, estas estaban temblando. Sinceramente no sé qué paso con Alan, ¿Dónde habia quedado aquel cretino que conocí?-. Ya veras que todo se arreglara.

-No lo creó... ¿Cuando volviste?

-Bueno, tuve unos problemas en la universidad y... Me corrieron-dijo riendo.

-Navarro... Dando problemas como siempre.

-Si no es así dejo de llamarme Alan.

Sonreí débilmente al igual que él.

-Eso es, así me gusta verte... Sonriendo. Con tu carácter de mierda conmigo y no llorando por los rincones.

-Quisiera ser como era antes... Pero no creo.

-Hey... ¿Como esta Fatima?

-Bien... Feliz con Bryan.

-Al menos alguien es feliz.

-Si... Soy una estúpida.

-¿Por qué lo dices?

-No lo sé... Por muchas cosas.

-Eso si... Concuerdo contigo.

Sonreí y volví a abrazarlo para así llorar de nuevo en su hombro.

***

Alonso.

Baje al primer piso a distraerme. Prendí el televisor pero no había nada bueno así que fui al salón a estar solo. Podría leer algo o... Mis ojos se posaron en el viejo piano de mi abuelo. Me acerque a el y quite la manta de encima. Me senté en el banquillo y quite el protector de las teclas.

Pase mis dedos de tecla en tecla haciéndolas sonar. Tenia mucho que no tocaba el piano. Suspire y empecé. Kiss The rain. Una canción triste para un día triste. El día estaba nublado y a punto de llover.

Flashback.

-¿Sam?

-¿Sí?

-levante la mano y la entrelace con la suya-. ¿Por toda la eternidad?

-Aunque no estemos juntos... por toda la eternidad.

Fin del flashback.

Y deje de tocar. Tome un florero que había en una mesa y lo lance a la pared haciéndolo trizas.

-¡¡Joder!!-me acerque a la pared y la golpee, recargue la cabeza en ella y empecé a llorar-. Deja de llorar... Deja de llorar... ¡Que dejes de llorar, maldita sea!

Salí del salón y de la casa tomando las llaves de mi auto. Subí a este y conduje a toda velocidad y sin rumbo. Los recuerdos de mi relación seguían pasando frente a mí. Mi vista estaba nublada por las lágrimas. No podía soportar más esta situación. Jos, Sam, mis padres en pleno divorcio... Joder es demasiado.

Unas luces me cegaron. Solté el volante en cuanto supe que pasaría, cubrí mi cabeza aunque sabia que no ayudaría. El chirrido de las llantas de mi coche tratando de frenar y el claxon del camión frente a mí me dejaron sordo. El momento del impacto llego. Sentí los cristales del parabrisas incrustarse en mi piel, mi frente golpeo el volante ya que yo no llevaba cinturón. El auto comenzó a girar por la carretera. Yo cubría mi cabeza inútilmente, ya que los golpes fueron fuertes. No sé exactamente cuantas vueltas dio el coche antes de detenerse dejándome de cabeza. Intente moverme pero fue inútil, mis piernas estaban atascadas. Lo último que vi fue otro autobús chocando contra el auto del otro lado, arrastrándolo una larga distancia. Yo sólo cerré los ojos antes de que el impacto ocurriera.

Tonta Venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora