23 - Bastian

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Abril del 2004


Luego de la muerte de mi abuelita, papá y yo fuimos a recoger sus cosas del asilo.

Papá me pidió que me quedara en la sala mientras él se encargaba de todo porque las cajas serian pesadas y había cosas frágiles. Sin embargo, yo sabía que él necesitaba un momento solo para llorar en el cuarto de su mamá y no quería que yo lo viera. Mi mamá decía que papá y Milton se parecían mucho en eso. "Eran muy reservado con sus sentimientos", decía. Yo quise decirle a papá que estaba bien llorar solo a veces, pero también era bueno tener a alguien que te diera un abrazo. Pero no dije nada.

Así que me quedé solo un rato en la sala. Como no era domingo, no había mucha gente, sólo algunos viejitos viendo la novela de la tarde o jugando al truco.

Pero algo llamó mi atención.

Desde los ventanales se veía a dos señores sentados en uno de los bancos del jardín. Ellos estaban tomados de la mano mientras uno le leía un libro al otro.

Entonces se dieron un beso como los que se daban papá y mamá.

Cuando mi papá volvió a mi lado, le comenté sobre lo que vi.

—Hay veces en las que un chico puede enamorarse de un chico —respondió mientras cargábamos las cosas de la abuela en la camioneta—. Eso no está mal, aunque a muchas personas le incomoda y dicen que es malo.

—¿Por qué?

—Realmente no lo sé hijo —suspiró.

—¿Y una chica puede enamorarse de otra chica?

—Por supuesto.

—Y un chico de una chica o una chica de un chico... Como mamá y vos.

—Ajá.

—¿Y cuándo dos personas están enamoradas besan?

—Así es.

Entonces me quedé parado pensativamente junto a la puerta del auto.

—No pienses mucho en eso —dijo mi papá despeinando mi cabello—. Todavía sos muy pequeño para esas cosas.


Dylan & BastianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora