64 - Dylan

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Agosto del 2014


—Hola —dijo Bastian a través del viejo teléfono de lata.

Él estaba frente a mí. Aun llevaba su uniforme. Estaba sonriendo como tonto mientras su cabello era una mata negra enredada por el viento y sus mejillas estaban rojas. ¿Acaso había venido corriendo de la escuela?

—Hola —respondí.

Hubo un largo silencio en donde ambos intentamos encontrar las mejores palabras.

—¡Lo siento! —dijimos los dos a la vez. Entonces nuestros ojos se cruzaron. Cielo y mar, reflejándose el uno al otro. Y ambos comenzamos a reír.

—Perdoname, Dyl. Fui un tremendo pelotudo —dijo Bastian.

—Creo que los dos lo fuimos —respondí.

—Pero yo más —contestó—. Te mentí... y mucho. No te dije sobre la beca. No tuve el valor de decírtelo. No... no podía siquiera pensar en despedirme de vos. Yo... Yo no puedo imaginarme una vida sin vos.

Bastian quedó un momento en silencio y entonces infló su pecho de aire como si estuviera tomando valor.

—Te amo, Dyl.

Mi corazón dejó de latir durante un segundo.

Dos segundos.

Tres.

—Te amo más que a nada en todo el mundo —repitió y mi corazón se sentía enorme. Tan grande que no cabía en mi pecho, como si me hubiera tragado una estrella.

Cuatro.

Cinco segundos, y entonces las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas.

Y entonces mi cuerpo se movió solo. Antes de que me diera cuenta, estaba sobre Bastian. Y mis brazos estaban alrededor de su cintura, y mi rostro estaba enterrado en cuello, y mis lágrimas empapaban su camisa. Y creo que él también estaba llorando.

Y le respondí:

—También te amo.

   Y dejé salir aquella estrella para que nos iluminara a ambos.  


Dylan & BastianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora