38 - Dylan

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Julio del 2014

Durante los siguientes días intenté evitar a Bastian.

Los finales se acercaban y me dieron la excusa perfecta para dedicar todo mi tiempo a mis estudios. Llenar mi cabeza de números, fórmulas y teorías era una buena manera de no prestarle atención a mis emociones.

Pero a veces se hacía difícil. Especialmente cuando las melodías de Bastian se escapaban desde su piano hasta mi casa. Él era cuidadoso de no molestarme en épocas de examen pero como sabía que me relajaba su música, también era cuando más lo escuchaba practicar.

Hasta que una madrugada, Bas se coló por el balcón.

Hacía rato que mi madre se había ido a dormir, cansada de trabajar todo el día, pero yo aún estaba estudiando en el comedor.

—No te sobre-esfuerces —dijo, sentándose en una silla.

—E-estoy bien —intenté responder.

No entendía bien por qué pero no podía dejar de sentirme nervioso. Era como si me encontrara frente a un gran auditorio lleno de científicos juzgando mi tesis y en ese momento me daba cuenta de que no tenía ropa. Pero eran solo los ojos de Bastian los que me miraban en ese momento. Y sus ojos azules quemaban más que los de una multitud.

—Ey, me estaba olvidando de decirte algo—comentó, jugueteando con un lápiz—. Perdón por lo de mi cumpleaños Me puse re enpedo* y tuviste que arrastrarme hasta acá. Y para colmo me quedé dormido en tu cama. (*muy ebrio)

En se instante, mi corazón salió volando fuera de órbita.

—Aunque la verdad no me acuerdo de nadas. Así que si me mandé alguna otra cagada perdón también.

Y se estrelló en la tierra como un meteorito.

—¿N-no te acordás de... de nada? —logré decir con un hilillo de voz.

—¡¿Qué?! ¿Hice algo mal? —exclamó asustado.

—No... —respondí sin reconocer las emociones que me atacaban—. Nada.

Dylan & BastianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora