Enero del 2015
Las vacaciones sin Bastian fueron como estar suspendido en medio del espacio. Un completo vacío.
Aun así me esforcé por poner lo mejor de mí. Leí libros que no tratasen de ciencia, jugué videojuegos, me junté a tomar mate con mis amigos, incluso salimos a pasear algunas veces. Y cada noche hablábamos por videollamada con Bas. Se lo veía tan feliz disfrutando de la Gran Manzana.
Sin embargo, cuando llegó el día de mi cumpleaños no pude evitar sentirme miserable. Sería mi primer cumpleaños sin Bastian desde que tenía memoria. Pero sí podía recordar mi primer cumpleaños con él. Había sido el mismo día que nos vimos por primera vez, cuando él intentó saludarme mientras yo jugaba con mis nuevos ladrillitos y yo salí huyendo.
Ese día sólo quería quedarme encerrado en mi habitación jugando videojuegos hasta que Bastian me llamase.
—¡Ah, no señorito! —dijo Flor cuando me encontró frente a la computadora rodeado de envoltorios de comida chatarra—. No vas a pasar así tu cumpleaños número diecisiete.
Y me arrastró a no sé dónde.
Cuando parecía que habíamos llegado me dirigió hasta una gran sala a oscuras. Admito que de no haber sido Flor, me hubiera aterrado.
Pero entonces comenzó a sonar un piano.
Y reconocí aquella melodía. No era exactamente igual a la de mi sueño, pero sí muy parecida.
Una luz se encendió en medio de la sala iluminando a un piano de cola y a su pianista de cabello tan negro como la noche y ojos de mar. Pero él no me estaba mirando. Sus ojos estaban concentrados en el baile de sus dedos sobre las notas.
Bastian estaba tocando la canción que había compuesto. Y esa canción estaba hablando de nosotros.
Un comienzo suave y ligero. Alegre como nuestra amistad infantil que se profundizó con el tiempo. Risas en medio de la siesta y travesuras bajo la lluvia. Y nuestras manos tomando la del otro con inocencia.
Luego el ritmo se hizo más rápido y grave, era como los latidos de un par de corazones enamorándose por primera vez. Pero también confundidos y aterrados.
Entonces unas notas violentas. Nuestra pelea. Todos los miedos que tuvimos que enfrentar. La canción se había convertido en un huracán de emociones.
Y una pausa, una ruptura...
Un tímido retorno.
Para luego volverse más veloz y decidida. Sin miedo. Y más fuete, más valiente. La melodía creció como el primer amor. O mejor dicho, como un amor eterno. Dedos entrelazados y la luz de la luna sobre nuestra piel. Besos de fuego.
Y una despedida.
Los dedos de Bastian se quedaron quietos sobre tres notas.
Pero la canción no parecía haber acabado.
Tenía un final abierto.
Porque nuestra historia apenas estaba comenzando.
Entonces las luces se prendieron y todo el mundo gritó:
—¡SORPRESA!
Todos estaban allí, mi madre y los padres de Bas, Katia y Jos sosteniendo una gran torta, Flor Lionel y Mateo. Todos a los que quería me sonreían.
Pero al único que veía era a Bastian. Había dejado el piano y ahora se encontraba frente a mí con un regalo.
—¿Y Juilliard? —pregunté cuando logré salir de la sorpresa.
—No entré —respondió encogiéndose de hombros—. Además no podía perderme el cumpleaños de mi novio. Este es tu regalo, deberías abrirlo ahora —agregó entregándome un sobre azul con un moño.
Fruncí el ceño al tomarlo y ver que adentro había dos folletos de universidades y la llave que parecía ser de una casa.
—Escuché que la Universidad de Córdoba tiene un departamento de música bastante prestigioso. La Facultad de Matemática, Astronomía y Física también es bastante buena —agregó intentando sonar casual a pesar de que estaba temblando por los nervios—. Y además hay un observatorio astronómico cerca.
—¿Estás pidiéndome ir a vivir juntos a Córdoba?
—Es sólo una invitación. Sea lo que sea que vos elijas estará bien para mí. Después de todo, esa casa te pertenece. Bueno, esa parte es regalo de tu mamá
Lo miré a él y luego a mi madre, completamente confundido. Ella vino hasta mí y me dio un abrazo.
—Esa era la casa de tu abuela —me dijo—. Antes de morir la dejó a tu nombre. Ella pensó que quizás te gustaría ir a vivir a una ciudad más tranquila que Buenos Aires alguna vez. Y yo no me opondré si vos querés ir a estudiar allí.
Antes de darme cuenta una lágrima se escapó por mi mejilla.
—¿Dyl? ¿Estás bien? Si no te gusta la idea... —comentó a decir Bastian, preocupado, pero negué con la cabeza.
—E-estoy bien. Es solo que estoy muy, muy feliz —contesté, riendo y llorando a la vez.
Podía tener un futuro. Uno en el que yo sería valiente. Uno en el que estaría con Bastian.
—Vamos a hacerlo —dije totalmente aterrado y feliz a la vez—. Vamos a descubrir algunas nuevas estrellas y melodías juntos.
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Dylan & Bastian
Teen FictionTodo comenzó cuando Bastian le lanzó una lata en la cabeza a su nuevo vecino, Dylan, y desde entonces no se han separado, a pesar de que son algo diferentes... Bastian es un alma libre. Dylan es agorafóbico. Para Bas la música lo es todo y a veces s...