45 - Bastian

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Abril del 2010


Cuando tenía trece, Dylan me invitó a ir de vacaciones a lo de sus abuelos en Córdoba. Bueno, en realidad me suplicó que no lo dejara ir solo.

Así que con nuestras familias fuimos a una pequeña ciudad cercana a Carlos Paz durante dos semanas. Aquellas fueron las mejores semanas de mi vida.

Nadamos en arroyos y cascadas, recorrimos bosques y subimos sierras. Y por las noches acampábamos en el patio de la casa de los abuelos de Dyl y nos desvelábamos explorando el cielo nocturno.

Y lo mejor de todo es que pude estar cada segundo con Dylan tomando mi mano.

—Perdoname —dijo él mientras estábamos buscando la constelación de Tauro.

—¿Por?

—Todo este tiempo no he sido más que una carga. Siempre estás cuidándome. Debe ser molesto estar siempre con un tipo tan aburrido y denso como yo.

—No sos una carga y no me molesta estar con vos —respondí girándome hacia él.

Dylan tenía los ojos clavados en el cielo y yo no era capaz de decirle que él era más especial y brillante que cualquiera estrella.

En cambio dije:

—Sos mi mejor amigo, Dyl. Sos como un hermano para mí. Sos como... —Cuando me di cuenta de que estaba mintiendo me detuve y en cambio le pregunté—: ¿Te acordás qué significa Ohana?

—¿Eso no es de Lilo y Stich? —respondió con una pequeña sonrisa—. Ohana significa familia...

—Tu familia nunca te abandona —concluí rodeando su meñique con el mío—. Yo nunca voy a dejarte solo a menos que me lo pidas.

—Yo tampoco te dejaré jamás —respondió, levantando nuestras manos unidas.

—¿Es una promesa del dedo chiquito? —pregunté.

—Es una promesa del dedo chiquito.

—Es una promesa del dedo chiquito

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Dylan & BastianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora