71 - Bastian

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Octubre del 2014


Por la noche encendimos una fogata en medio de las dos carpas y cenamos choripán hasta hartarnos. También hubo algo de alcohol de por medio, una jarra de fernet y una botella de cerveza daban vuelta la ronda de vez en cuando.

Todo parecía estar muy tranquilo con nosotros sentados sobre mantas alrededor del fuego hablando de tonterías como adolescentes normales. Mi espalda recostada sobre el pecho de Dylan, sus brazos a mi alrededor y su mentón apoyado en mi coronilla. Todo estaba perfecto.

Pero entonces Flor y Jos se metieron a la carpa de las chicas y permanecieron encerradas allí durante algunos momentos, solo escuchamos algunas puteadas y exclamaciones antes de que las dos salieran.

Entonces, todos nos quedamos sin aire.

Las dos traían vestido de fiesta. Flor uno largo y azul sin mangas con un lazo de piedritas bajo su busto. Jos uno color salmón con una falda llena de volados hasta sus rodillas. También traían puesto unos zapatos bajos hasta se habían peinado y maquillado.

—¿Y eso? —pregunté saliendo del asombro antes que los demás.

—No habremos sido un grupo de amigos raros si nunca hemos ido a una fiesta —dijo sacando de la carpa cuatro paquetes más—. Estos son sus trajes. La mamá de Dylan nos los prestó.

Cuando estuvimos todos vestidos con camisas, pantalones, e incluso corbatas, Jos comenzó a reproducir música de un pequeño parlante que además lanzaba luces de colores como las de los boliches.

Y entonces las bebidas comenzaron a ir de mano en mano más rápido y todos intentábamos bailar alrededor de la fogata como lo hacían en las viejas tribus. Entre todos cantábamos a todo pulmón las canciones que nos sabíamos y seguimos coreografías viejas como la Macarena e incluso inventamos algunas. Lionel se destacó como bailarín y hasta nos enseñó algunos pasos. Mateo resultó ser bueno en el cuarteto y llevaba a las chicas a dar vueltas tras vueltas de manera tan fluida que me mareaba verlos.

Cuando la fiesta ya parecía acabar y a todos nos dolía los pies. Lio puso un lento, una canción de Bon Jovi.

—De esta nadie se salva —anunció y luego se dirigió a Flor con una reverencia—. ¿Me permitiría este baile, bella dama?

Y antes de que me diera cuenta Flor estaba bailando con Lio y Josefina había tomado torpemente las manos de Mateo. Y allí quedamos Dylan y yo parados como dos tontos. Pero alguien me empujó e hizo que chocara contra él.

—¡Bailen, pedazos de lerdos! —escuchamos gritar a alguien. Seguramente era Flor.

Pero no podía prestarle atención a nada más que las manos de Dyl cayendo en cintura y acercándome hacia él.

—¿Por qué tengo que hacer de la chica? —rezongué, aunque de igual manera llevé mis manos hasta sus hombros.

—Porque sos más petizo.

—Sólo por nueve centímetros y medio —aclaré, haciendo un puchero. Sin embargo, dejé que él me llevara aunque no se movía. Simplemente nos balanceábamos de un lado al otro abrazados, con nuestras frentes tocándose. Incluso seguimos así mucho después de que los demás dejaron de bailar.

Y solo fuimos conscientes de ello cuando escuchamos un silbido y todos comenzaron a cantarrujear:

—¡Beso! ¡Beso! ¡Beso!

Los dos los miramos un momento y soltamos un suspiro a la vez.

—Inmaduros —se quejó Dylan. Pero igualmente se inclinó hacia mí y me besó. Y me olvidé por completo de nuestro amigos... y del mundo mismo.

Dylan & BastianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora