Junio del 2014
—Dylaaan. Te quiero, amigo.
—Dale, Bastian. Dejá de decir boludeces y caminá derecho —respondí cuidando de no caernos por las escaleras.
La fiesta había terminado. Y luego de limpiar todo con la ayuda de Flor, Lionel y otros amigos de Bastian, él y yo volvíamos a nuestros departamentos. El problema era que mi amigo estaba completamente ebrio.
Teníamos que hacer un tramo corto entre la terraza y el último piso antes de tomar el ascensor, pero Bastian no me lo hacía fácil prendiéndose de mis hombros y tambaleándose.
Bas está en pedo* ¿Qué hago? >
(*ebrio.)
Le escribí a Katia, quien se había vuelto antes por su toque de queda, mientas bajábamos por el ascenso.
<Kati: Papá y mamá todavía están despiertos, es mejor que no venga acá.
Ok 👍 Decile a los tíos que se queda conmigo >
—Llegamos —dije al fin cuando entré a mi habitación arrastrando a un Bastian adormilado—. Voy a traerte un colchón —dije dejándolo en mi cama—. No te duermas.
Ya no cabíamos los dos en una cama como cuando éramos pequeños. Así que fui hasta el armario del pasillo en donde había un viejo colchón y sábanas que usábamos para cuando Bastian se quedaba a dormir. Pero para cuando volví, Bastian dormía como un tronco en mi cama.
—Al menos te hubieras sacado las zapatillas —rezongué, haciéndolo por él—. Este desgraciado ni frío siente —agregué intentando jalar las sábanas y colchas que estaban bajó suyo.
—Dylan —murmuró y entonces fui consciente de que nuestros rostros estaban a pocos centímetros de distancia—. Perdoname, Dyl.
Antes de que pudiera reaccionar, Bastian había rodeado mi cuello con sus brazos y me besó. Tan solo un roce de sus labios. A penas el choque de dos estrellas de neutrones.
Pero cuando fui consiente, él ya se había vuelto a dormir.
En modo automático, sin ser capaz de pensar en cualquier otra cosa que no sea los ciento doce latidos por minuto que resonaban en mi pecho; me desprendí del agarre de Bas y terminé de acobijarlo antes de tirarme en el viejo colchón con las mantas y un almohadón en forma de Marte que agarré sin tomarme el trabajo de tenderlas adecuadamente.
Finalmente quedé dormido en el rincón más alejado de la habitación, luego de contar quinientas seseinta tres ovejas.
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Dylan & Bastian
Teen FictionTodo comenzó cuando Bastian le lanzó una lata en la cabeza a su nuevo vecino, Dylan, y desde entonces no se han separado, a pesar de que son algo diferentes... Bastian es un alma libre. Dylan es agorafóbico. Para Bas la música lo es todo y a veces s...