Julio del 2011
Al día siguiente de la competencia, me encontraba practicando nuevamente en el viejo piano de mi abuelo. Simplemente no podía parar. Tenía grabadas en mi cabeza las palabras de aquel pianista. Tenía que aspirar a lo grande. Y para eso debía practicar y practicar y practicar hasta convertirme en el mejor.
Nota tras nota mis dedos danzaban sobre ellas, siguiendo aquella melodía a la perfección.
Pero de pronto, algo cayó sobre mis manos. Cuando abrí los ojos me encontré con un pequeño ramo de garberas* rosadas que había tomado de los canteros de la terraza y atado torpemente con una cinta roja. (*Margaritas de color)
—Felicidades por haber ganado el primer puesto —dijo con una sonrisa tímida—. Se supone que a los artistas se les da flores luego de una presentación... Pe-pero si no te gustan, puedo...
—Sí me gustan —respondí tomándolas con delicadeza. ¿Por qué tenía que hacer este tipo de cosas? ¿Por qué justo ahora?
—No parás de practicar, ¿eh? —preguntó, sentándose a mi lado en la banqueta.
—No puedo dormirme en los laureles —respondí simplemente, levantándome de un salto. Por alguna razón, ese día, no soportaba estar tan cerca de Dylan —. Voy por algo de comer —agregué.
—Bastian, esperá —me llamó, tomando mi mano—. Mirá tus dedos, por Dios.
Yo tenía la mala maña de cortarme demasiado cortas las uñas y de tanto practicar estas habían lastimado mis dedos que ahora estaban sangrando un poco.
—No es nada —respondí.
—Sí es algo. Tus manos son tus herramientas y tenés que cuidarlas como tal —contraatacó.
Y sin que pudiera decir nada más, Dylan buscó el botiquín de primeros auxilios conociendo mi casa tan bien como yo y comenzó a curar mis dedos.
Tuve que concentrar toda mi mente en la melodía que había estado practicando para no pensar en el roce de las manos de Dyl, en la concentración en sus ojos celestes mientras trabajaba o en las ganas que tenía de acariciar los rizos castaños que caían por su frente.
—Gracias —murmuré cuando terminó. Pero él negó con la cabeza.
—Perdón por no haber podido ir a ver tu presentación —dijo y entonces me vio con decisión—. Prometo que iré a la próxima y a la siguiente y a todas las demás.
Basta.
Detente, Dylan.
Quería decirle que se detenga, que no diga ese tipo de cosas en este momento. No cuando había tomado esta decisión.
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Dylan & Bastian
Teen FictionTodo comenzó cuando Bastian le lanzó una lata en la cabeza a su nuevo vecino, Dylan, y desde entonces no se han separado, a pesar de que son algo diferentes... Bastian es un alma libre. Dylan es agorafóbico. Para Bas la música lo es todo y a veces s...