Agosto del 2014
Cuando volví de la casa de Flor, aun con los ojos llorosos y sin ganas de subir las escaleras, pedí el ascensor.
Pero cuando las puertas de este estaban por cerrarse, alguien entró corriendo chocando conmigo.
—Perdón —dijimos a la vez y entonces nuestros ojos se cruzaron.
Allí, parado a centímetros de mí, estaba Bastian.
—Ah, hola —murmuró, yéndose a la esquina más alejada de mí.
Un largo y denso silencio se hizo presente. Él trataba de distraerse con su celular y yo hacía lo posible por no moverme. Quería abrazarlo, quería golpearlo, quería llorar. Quería evitar hacer algo de lo que pudiera lamentarme... pero no pude detenerme.
Realmente era un idiota.
—¿Por qué? —susurré.
Nadie hubiera sido capaz de escucharme, pero Bas sí aunque trató de ignorarme.
—¿Por qué? —dije más fuerte. Entonces él se dignó a mirarme.
—Dyl, ¿estás... llorando?
No, por favor. No hagas esa cara. No hagas como si yo te preocupara.
—¿Estás bien? ¿Qué pasa? —Él intentó acercarse pero cuando alzó su mano para tocarme, exploté.
—¡¿Por qué no me lo dijiste?! —grité tan fuerte que me dolió la garganta—. ¿Por qué no me dijiste que paneabas irte a Estados Unidos? ¿Por qué no confías en mí? ¿Acaso no soy tu amig...?
No pude terminar la palabra. Tenía un nudo en la garganta y las lágrimas no dejaban de correr por mis mejillas.
—¿Y qué hay de vos? —replicó molesto—. ¡No me lo dijiste lo de Flor! ¿Acaso yo no merezco también tu confianza?
—No es... Yo no...
—Sos un hipócrita, Dylan —rugió con sus mejillas completamente rojas—. Sos un nene malcriado que no quiere salir de su cajita de cristal.
—Malcriado, ¿yo? Vos lo tenés todo. Una familia amorosa, amigos con los que podés salir, talento y un futuro brillante. Y yo... yo no entro en esa ecuación. Pero vos eso ya lo sabías. Sabías que llegaría el momento de deshacerte de mí y seguir tu camino.
No. Pará, Dylan, gritó una vocecita en mi cabeza. No digas esas cosas.
—Sólo me usaste para pasar el tiempo, ¿no?
Esto no era lo que quería decirle. Yo quería disculparme.
—Me odiás, ¿verdad? —murmuró si siquiera mirarme.
No. Yo quería decirle cuánto lo amaba.
—¡Sí, te odio!—, grité, en cambio.
Quería decirle que estaría junto a él pase lo que pase.
—¡Ojalá nunca me hubiera hecho tu amigo!
En ese instante, el elevador se detuvo y, antes de que sus puertas se abrieran por completo, salí corriendo de ahí.
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Dylan & Bastian
Teen FictionTodo comenzó cuando Bastian le lanzó una lata en la cabeza a su nuevo vecino, Dylan, y desde entonces no se han separado, a pesar de que son algo diferentes... Bastian es un alma libre. Dylan es agorafóbico. Para Bas la música lo es todo y a veces s...